«La melancolÃa no es una enfermedad sino un medio de conocimiento»
Cuando escribà esto en twitter hace dos dÃas, no habÃa visto Melancholia. Me da hasta un poco de susto haberla definido tan bien (a mi modo de ver).
Hace al menos cuatro años que tengo programada una alerta en Google: le ordeno buscarme las noticias que tengan la palabra «MelancolÃa». Asà supe (quizá hace doce meses) que Lars von Trier preparaba una pelÃcula con ese tÃtulo.
Recuerdo que mi primer sentimiento al respecto fue el de «amenaza»*: ¿qué tiene que decir von Trier sobre la melancolÃa que no haya dicho ya? ¿No es la melancolÃa el tema central de Rompiendo las olas o Anticristo? Al menos yo lo veo asÃ. Convocar un asunto con dos mil quinientos años de antigüedad en el tÃtulo de una pelÃcula me sonaba algo ambicioso. Y pedante.
Para qué contar que soy fan de von Trier desde los tiempos de Europa, incluso cuando se pone pedante.
Asà pues: ¿Cómo afrontar un ensayo fÃlmico sobre la melancolÃa? Mediante una metáfora, claro.
Seres aristócratas, despreocupados, ricos, alegres, dispuestos para una fiesta: una celebración de boda. La fiesta, lo sabe cualquiera, es el espacio idóneo para la germinación del mal, para la floración del proceso melancólico. Un ser, no, dos seres, dispuestos, abiertos, sensibles, cargados con las esporas. Justine y Claire. Una por un lado, la otra por el otro, encontrándose y desencontrándose. Mientras Claire tiene preocupaciones materiales, rigidez formal, vigilancia de lo debido, es Justine la que está abierta y dispuesta a acceder.
Hay un planeta (que no es Saturno) y hay una amenaza. Hay un tipo humano, hombre, que dice estar «intentando alcanzar» a la protagonista buena parte de la pelÃcula. Los hombres quedan en este filme todos por los suelos y las mujeres son una especie de túneles, de mediadoras, de nodos. De distintas maneras.
Me hizo pensar en Kubrick (El resplandor) y también en otras pelÃculas chorras de corte new age sobre «fines del mundo», pero por su opuesto; la escatologÃa no pertenece al terreno de lo melancólico, empero, porque se trata de una ausencia de sentido que ni siquiera la destrucción puede llenar. Eso es lo único que le achaco al film.
No hay nada alcanzable en la melancolÃa. No hay nada firme. Es la visión de un hueco. Es la visión de un vacÃo. En ese sentido, la actitud de Justine ante lo que se avecina sà cuadra con mis propios apriorismos sobre el tema (que son apriorismos tras un montón de lecturas**).
Hace unos cuantos dÃas, durante la presentación del libro TenÃan veinte años y estaban locos (coordinado por Luna Miguel, editado por La Bella Varsovia), dije que podÃa leer en muchos de los versos esa suerte de melancolÃa: que no se puede mezclar ni confundir con la nostalgia, que no es tristeza, que no es depresión.
¿Qué es, pues?
Hoy veo que muchas de esas poetas podrÃan ser Justine. Esa melancolÃa es clarividencia. Pero clarividencia ausente de fe. Clarividencia del vacÃo.
MelancolÃa es la actitud de Justine durante casi todo el metraje.
Hay también un tipo, un hombre, que se suicida: ahà puedo leer que von Trier -dios, espero no estar llevando esta lectura demadiado lejos- piensa como yo: no es tristeza, no es depresión. Ese hombre no está dispuesto a la melancolÃa como acceso al conocimiento. Es mayor que él, fin.
He llorado viéndola, como cuando reconoces a un hermano que no tuviste oportunidad de tratar en tu infancia, como cuando te reencuentras con antepasados o historias familiares perdidas. En el final de la pelÃcula (aquà sà estoy yendo demasiado lejos, ¿y qué?), leo otra cosa: resistencia. Desobediencia. Desorden. Asamblea. Pluralismo. Positivismo. PolÃtica. Resistencia.
Después de ver la pelÃcula me ratifico: la melancolÃa no es una enfermedad sino un medio de conocimiento del mundo.
* Otro tema que me dio miedo es que la primera actriz para esa pelÃcula era Penélope Cruz. Esa es otra historia para ser contada en otra ocasión.
** Algunas cosas publicadas en este blog:
Nov. 2008: MelancologÃa: contra la tristeza: en esta entrada, en especial, me meto con la idea que relaciona, identifica, melancolÃa con tristeza y tendencia al suicidio.
Queda claro que es un tema otoñal, al menos por aquÃ.