Estoy muy calladita sobre el tema feminismos estos dÃas. Estoy muy calladita sobre casi todos los temas. Acumulación de trabajo, no mucho más que el que tiene cualquiera en una situación de empleado laboral, sólo que no soy empleada y tengo, además de clientes, una jornada a tiempo completo de madre y ama de casa.
En torno a las acampadas, el #15M y los grupos de trabajo feministas han existido una serie de polémicas que han puesto de relieve algo que vengo pensando desde mi -más o menos reciente- toma de conciencia: que en algún punto, entre los setenta y los ochenta del siglo XX, se perdió el empuje; hombres y mujeres -sobre todo éstas- hemos crecido recibiendo una información del todo sesgada. En mi generación (podéis contradecirme los nacidos en los setenta), se nos dijo que habÃamos avanzado tanto, tanto, que ya accedÃamos a casi todas las profesiones imaginables; que la lucha feminista estaba consumada; que el campo de batalla estaba, quizá, en las interrelaciones domésticas y en esa eterna cantinela de la «violencia de género», amplificada hasta la saciedad, y probablemente con razón.
Pero esa violencia se ejerce a diario en aspectos de apariencia inocente, y es ahà donde se ha de trabajar. Niños y niñas están siendo programados desde que nacen. Estos dÃas, en el blog que mantengo en Yahoo, escribà sobre una familia canadiense muy curiosa, que habÃa decidido no contar a nadie, ni siquiera tÃos o abuelos, si el bebé recién nacido en casa era niño o niña: absolutamente shocking.
Hoy mi hija pequeña (5 años) me trae el discurso que tiene que leer frente a todos los compañeros del colegio en la «graduación» que se celebra con motivo del fin de ciclo, Educación Infantil. Y hallo esto: «Esta nueva etapa que vamos a descubrir es uno de los primeros avances que tendremos en nuestra vida hasta que seamos peluqueras, abogados, médicos, camareros, ingenieros, mecánicos, profesores…».
He hablado con las profesoras que están organizando la «fiesta de graduación»: No me parece de recibo que la única profesión que incluya el femenino sea la de «peluquera», una profesión absolutamente respetable; pero el mensaje es muy falaz.
Me han mirado con cara rara, condescendiente, y les he dicho que de aquà al lunes V. se va a aprender una versión un poco diferente del discurso.
Uno de los talleres organizados en Acampadasol por la asamblea feminista se llamaba «micromachismos». Entre nosotras y por nosotras, por nuestras hijas e hijos, es urgente y necesario trabajar dentro y fuera, hoy y mañana, en los microfeminismos.
Como nos recuerda Pedro Jiménez en el programa 82, el uso del masculino englobando a todas las personas es una convención más, cargada de machismo, por mucho que se nos diga que es el «genérico». «Genérico» del 50% para el 100% bien puede ser decir «abogada», «ingeniera».
Es urgente y necesario generar microfeminismos desde la más pequeña escala (o escuela).
Las mismas feministas que miran la mota en el ojo ajeno y no la viga en el propio son aquellas que se arreglan especialmente para usar sus armas de mujer en una entrevista de trabajo. Mujeres feministas, la igualdad se consigue persiguiendo la igualdad, no la superioridad.
Me parecen más que necesarios esos micro-macrodetalles; el mundo se construye asÃ, poco a poco, pellizquito a pellizquito…El otro dÃa, fui a comprar un regalo para una niña pequeña y, pese a las recomendaciones, me negué a llevarme un traje de princesa o una cocinita. Agarré un piano y pensé 'que se jodan los padres'.No tengo hermanos, y me educaron para ser el niño y la niña: el que ayudaba a papá en las tareas del campo, y el que le quitaba los hilvanes a los vestidos de mamá sastra. De puertas para fuera, solo he conseguido que muchos amigos y vecinos piensen que soy gay; de puertas adentro, la cosa es diferente, y cada dÃa me alegro más de mis padres o, más bien, de mi madre…que, aunque ya no esté, ha dejado una silueta con su forma dentro de mÃ.Saludos, mamaÃta.P.S. Sigo debiéndote una…