Esto que publico ahora empezó como un borrador en el blog a partir de la conexión entre los cuadros de mi amigo Manuel León y algunas lecturas que estaba haciendo sobre sonido y escucha. Antes de publicarlo se lo mandé como borrador y me dijo ¿Por qué no esperamos a publicarlo bien con motivo de una exposición? Y eso hemos hecho ahora. Durante el mes de agosto hemos trabajado en mejorar el borrador de post en un blog y convertirlo en un texto. Mi tesis de partida es muy evidente: en la obra de Manuel León la escucha tiene mucho que ver (permitidme el juego de palabras). Y lo que hago es explicar por qué esto tiene sentido para mi y por qué también lo tiene para él. El texto se ha presentado con motivo de «Cultura Vegetativa» exposición que inauguró el málaga el pasado 15 de septiembre con mucho éxito. Lo pongo a continuación, es largo, pero merece la pena que esté como texto así en crudo y os recomiendo que leáis la versión en PDF que está colgada en su web.
Escuchando en las pinturas de Manuel León
“Ciertamente, y muy importante en el sentido propuesto por Deleuze, ningún arte es figurativo porque no se trata tanto de reproducir o de inventar formas como, en palabras suyas, de captar fuerzas, de sentir la gravedad o la atracción que tira de un rostro, de un cuerpo o de un paisaje hacia su confín, hacia su extremo.”
Ramón de Andrés en “El Luthier de Delft. Música, pintura y ciencia en tiempos de Vermeer y Spinoza”. Acantilado. 2013
¿ESCUCHARON?
Es el sonido de su mundo derrumbándose.
Es el del nuestro resurgiendo.
El día que fue el día, era noche.
Y noche será el día que será el día.Subcomandante Insurgente Marcos. México, Diciembre del 2012.
Limpia tus oídos.
La escucha equilibra, no es algo solo a nivel filosófico, los oídos sirven para que nuestro cuerpo puedan situarse. Las orejas no se cierran, no tienen párpados. Escuchar es algo que hacemos hasta en el útero de nuestras madres. La escucha nos posiciona en el mundo y manipular la escucha es uno de los recursos habituales para el control. El sonido forma parte de las técnicas de tortura en prisiones como Guantánamo. El sonido es inmaterial, puede fijarse en soportes pero, es como las cenizas, no puedes tocarlas. Se esfuma.
Si como ciudadanía la educación visual crítica que recibimos es algo en manos de los medios de comunicación y de algunos profesores de artes (hasta que desaparezcan del sistema), la educación relacionada con la escucha no musical es una quimera. No es momento de lamentarse en exceso porque este texto no va a resolver los dilemas de una sociedad sorda. Cuidado con los sonidos del fondo.
En términos narrativos la obra de Manuel León se nos presenta como una suerte de pinturas, dibujos, acuarelas y personajes que viven en la yuxtaposición y en la repetición. No descubrimos nada si comentamos brevemente que la pintura de Manuel León juega con la composición alegórica: remezcla, reutiliza y rehace a partir de imágenes que, si escarbas, encuentras en la Historia del Arte. Es un artista enciclopédico, como muchos otros, que no esconde sus fuentes.
En «Santa María de Massmedia» (2013) encontramos uno de los cuadros que motivan el objetivo de este pequeño estudio. Dos mujeres con capirote de nazareno están cuchicheando. En la escena otra persona que parece señalar algo está al margen de esta conversación. Al fondo, por una ventana, vemos dos rascacielos: son las torres gemelas. Los capirotes representan penitencia y la penitencia suele hacerse con voto de silencio, tanto la penitencia como el silencio han quedado subvertidos por el acto de comunicación. En este acto de escucha podemos encontrar representado de manera muy gráfica las instancias del poder, y quizás también de la corrupción. La intención de Manuel León no es reírse del poder, más bien la intención es señalarlas y contarlas. Siguiendo con el análisis formal, la figura de la izquierda intenta llevar la razón, por eso lleva el pañuelo rojo. ¿Y la razón dónde está? Lo siniestro de un fondo pre 11S, en un cuadro pintado 12 años después del atentado habla del lugar en el que están estos personajes. Cabría preguntarse si ese secreto, ese consejo en voz baja, esa mentira al oído, ese cuchicheo no es la misma que está representada en la tradicional iconografía católica de San Juan junto a la Virgen. Suena una campana y una sirena.
Los gestos de los personajes de este cuadro ya aparecen en “Semíramis recibiendo la noticia de la revuelta de Babilonia” (1624) pintada por el pintor italiano Guercino. Semíramis, la reina de Asiria, y según las leyendas fundadora de Babilonia, recibe la noticia de una revuelta y no deja que la terminen de peinar hasta no dar la orden de que el ejército aplaste la revuelta. ¿Era ese el cuchicheo entre la cohorte mediática de la pintura de Manuel León? Puede ser. Geopolítica de andar por casa.
La figuras que hablan y escuchan sobre la situación política que nos rodea ya estaban en dos acuarelas del año 2012: son “Bukkake a Europa” (2012), quizás con una actitud más violenta, y «Del dicho al hecho» (2012) que forma parte del interior del vinilo “Un gramo de fe” del grupo Pony Bravo. En esta segunda pintura, quizás porque ilustra el trabajo del grupo y su relación como asesor artístico del mismo, aparece una guitarra eléctrica. En los estudios que hemos trabajado sobre pintura y escucha se habla mucho de cuadros en los que aparecen instrumentos musicales, no es sin duda, una de las características en la pintura de Manuel León. En esta acuarela del vinilo de Pony Bravo hay algo interesante, una de las nazarenas sostiene una inscripción latina que da el título a la misma: “A POSSE AD ESSE”, del dicho al hecho, del sonido a la acción, de la potencia al ser. Vamos a ello.
La pintura que suena
Entre muchas de las batallas adanistas y totalitarias que plantean los futuristas de primeros del siglo XX hay una que nos interesa ahora: para los pintores futuristas, para Carrà sobre todo, toda la pintura anterior a él es pintura silenciosa, muerta y sin interés alguno. La negación de la historia es la forma de hacerse un hueco en ella.
Descontado queda que el uso del ruido como expresión artística es gracias al futurismo. Tanto los intonarumori (generadores de ruido acústico que permitieron crear y controlar dinámicas y alturas en diferentes tipos de sonidos) como el manifiesto “L’arte dei rumori” (1913) ambos de Luigi Russolo suponen un antes y un después para el arte sonoro. Aún así negamos, como hace David Toop en “Resonancia Siniestra” (2013), libro que orillaremos un poco para entender la pintura de Manuel León, la idea de que la representación del sonido, la escucha y lo sonoro es algo que inauguren en la Historia del Arte las pinturas histriónicas de los futuristas. Arranca ese motor.
En “Modos de ver” (1972) de John Berger, tanto en la serie de televisión de la BBC como en el libro posterior se hace una afirmación tajante: “Lo más importante sobre las pinturas en sí mismas es que sus imágenes son quietas y silenciosas. No puedo demostrar la quietud de las imágenes porque las líneas de tu televisor nunca están quietas y en un sentido, las páginas de un libro nunca están quietas pero puedo demostrar el silencio: [el narrador se calla y aparecen algunos cuadros sin ningún tipo de música o voz]”. Que a principios de 1970 tengamos que escuchar y ver esto es muy perturbador, sobre todo por la importancia que marca “Modos de ver” en la trasmisión de la historia del arte a partir de entonces. Es muy extraño que para Berger la ausencia de voz y música sea silencio porque en la propia banda sonora de la emisión original podemos escuchar un ruido de fondo, me imagino que que en los televisores de la época se ruido se acrecentaría. Este desliz técnico pone en cuarentena el armazón crítico de Berger y aunque su planteamiento es que el contexto de recepción de los cuadros altera el significado de los mismos no podemos permitir esta omisión sobre algo que ya debería estar claro: el silencio no existe. No en vano lo que vamos a intentar es poner en valor que muchos pintores han trabajado el sonido, el silencio y la escucha de la misma manera que la visión, las perspectivas y los ángulos han sido objeto de numerosos estudios estéticos.
David Toop también entra en la misma diatriba con Berger, en una entrevista sobre “Resonancia Siniestra” llegó a reconocer que de alguna forma escribía el libro como una respuesta a “Modos de Ver”:
«Uno fue el título, que me llevó a preguntarme por qué no existía un Modos de oír. Había allí un hueco. El segundo fue la afirmación de Berger de que ver es un acto primario. Él piensa que la visión es el primer acto del ser humano, aun cuando un bebé oye sin ver incluso antes del nacimiento. El tercero fue el uso que Berger hace de la palabra «silencio»; el silencio, por ejemplo, en Vermeer. En principio esto parece discutible. Ciertos pintores, Vermeer entre ellos, crearon escenas que emanan una quietud y un silencio palpables. Pero una vez más: si toda pintura es silenciosa, ¿por qué algunas lo serían más que otras? Todo esto me hizo considerar la pintura del silencio como una representación consciente y a buscar otras pinturas en las cuales el silencio tiene una función significativa.»
Una de las primeras conversaciones con Manuel León sobre este pequeño estudio de la escucha en su pintura tuvo lugar en una visita familiar al Museo de Bellas Artes de Sevilla. Mientras paseábamos nos paramos en uno de los cuadros que pintó Zurbarán para el Monasterio de La Cartuja de Sevilla: “La visita de San Bruno al papa Urbano II” (1655). En él vemos a San Bruno, fundador de la Orden de los Cartujos, junto al papa Urbano II en lo que parece una reunión. Una reunión silenciosa, sin duda. La representación del silencio en la figura de San Bruno, tanto en Zurbarán como en los lienzos murales del Museo del Prado de Vicente Carducho, darían para un estudio en exclusiva. De este cuadro nos quedamos, Manuel y yo, observando a uno de los sirvientes de Urbano II. El que está pegado a una columna se le nota el cuerpo en alerta ¿quizás esperando alguna indicación del pontífice? o ¿quizás está queriendo escuchar lo que no debe?, ¿un espía en el Vaticano? Sabemos que es una época histórica convulsa la vivió el papa Urbano II y por ese gesto, probablemente de escucha furtiva, nos conectamos directamente con las pinturas de Nicholas Maes.
Nicholas Maes es un pintor holandés, también del siglo XVII, que representa en varias de sus obras una figura interesante: la oyente furtiva – “The Eavesdropper” (1657) -, algo así como una fisgona, suele ser una mujer sirvienta, que aparece como protagonista de una escena de amor, que está en segundo o tercer plano. Ya es interesante este cambio de perspectiva en cuanto a los diferentes planos de protagonismo pero sobre todo es la clave que encontró Toop en su búsqueda de argumentos contra el “Modos de Ver” de Berger: «son el ejemplo perfecto (…). Estas pinturas muestran explícitamente a una persona en el acto de escuchar; se me ocurrió entonces la idea de concebir a la pintura como registro, como grabador de cinta o digital de su tiempo.”
¿A qué suena Cultura Vegetativa?
La escucha furtiva es una forma de hablar de sensualidad y erotismo en la pintura del siglo XVII. Hay cientos de escritos sobre el simbolismo de la pintura europea pero pocos han tocado la escucha de manera clara. Manuel León no esconde que opera de la misma forma, juega con los elementos que aparecen en sus pinturas e intenta que no sea solo algo superficial. En el óleo que centra esta exposición “Deportes y Cultura” (2016) y en las acuarelas que lo acompañan podemos encontrar actitudes de escucha. Pero no solo en este cuadro. Cuando ya el capirote se cayó nos dimos cuenta que dentro siempre había estado él, como aparece en varios autorretratos de este y otros cuadros, pero de las túnicas también salió un Fran Torres multiplicado con muchas cosas que decir. Es de especial interés volver a “Abarruntando un agua rara” (2014) una acuarela donde el personaje mira las nubes mientras escucha la tormenta o también “The True prophet” (2014) donde Fran Torres adopta una posición de escucha serena en un cielo que podría conectarse con algunos de los cielos, de los fondos, que aparecen en esta exposición.
Fran Torres, actor, DJ y amigo del pintor, lleva posando para León un par de años llegando a cotas histriónicas. Es el cuerpo de Fran Torres el más representado en las composiciones de Manuel León. Cuerpos desafiantes, cuerpos que reposan, cuerpos que incitan, cuerpos que se ríen, cuerpos que sufren, cuerpos que gritan, cuerpos que dan órdenes, cuerpos que escuchan.
Es Ramón Andrés, en el libro “El luthier de Delft” (2013), el que hace un extenso relato de cómo la representación musical de los cuadros de la pintura holandesa del siglo XVII no es solo detallista con los instrumentos sino también en el acto de afinar el instrumento. Lo de afinar es algo importante ya que desafinar es una forma de representar el caos y no la armonía y por ello, piensa Ramón Andrés, Vermeer y otros pintores holandeses procuran representar todo el cuerpo en escucha:
“Por más que sea una fabulación, podemos imaginar a los pintores guardando un especial silencio a la hora de recrear la acción de afinar, mantener una particular observación al dibujar los dedos sujetando la clavija y perfilar la inclinación que adopta el cuello del músico, ese gesto inconsciente que acerca a la escucha. Esta disposición a querer “oirlo todo” incide en la postura corporal, levemente tensionada por el sigilo y la atención (…).”
Esta idea de los cuerpos en posición de afinar nos vuelve a conectar con algunas obras anteriores a “Cultura y Deportes” donde ya está un Fran Torres que escucha con el cuerpo: en “Ciegos que guían ciegos” (2014) dos nazarenos hablan al oído en segundo plano mientras el resto intenta orientarse en su propia oscuridad usando el tacto y el oído. Se tocan y se escuchan. En “El traslado, primer paso” (2014) y de manera mucho más clara en “El milagro a domicilio” (2014) aparece un Fran Torres tapándose las orejas entre el asombro y el querer escuchar lo que está pasando.
Las posturas de Fran Torres pueden tener sentido narrativo por sí mismas. Cada personaje, cada posición, está acompañado de su propia historia, también de su propio sonido y su propia música. Podrían ser múltiples las referencias e infinitas las menciones a la discoteca personal de Manuel León y de Fran Torres pero nos interesa ahora imaginar cómo estos personajes están escuchando y no tanto el qué. Ese puede ser un juego divertido para cuando estés frente a las imágenes.
Como diría David Toop podemos afirmar que Manuel León está haciendo registros sonoros en sus pinturas. Que lo haga quizás no sea lo importante, que eso forme parte de las cosas a las que hay que atender a partir de ahora es lo que aquí propongo.
El sonido de la selva
“Mi mayor aspiración sería ayudar a la gente a redescubrir el placer de vivir en una ciudad donde nadie te fuese dando empujones sónicos ni sonoras bofetadas, y ello como paso previo para habitar mejor el mundo”, así piensa el conocido artista sonoro, más bien “maestro de escuchas” como a él le gusta autodenominarse, Llorenç Barber. Y ahí está, para mi, la clave: escuchar en los cuadros de Manuel León hace mucho para que el mundo sea mejor.
Escuchar en “Cultura Vegetativa” es también entender que la naturaleza está en declive pero que la cultura está a punto de arder para siempre. Estamos viviendo en lo político y lo social un momento inhóspito. Las últimos estudios científicos hablan de que el daño humano al planeta con la bomba atómica, la contaminación, los incendios nos ha hecho entrar en una nueva etapa geológica: el antropoceno. ¿No es ya “Juicio de interés variable” (2014) y “En el vicio y la virtud” la exposición que ya estuvo en la galería de Javier Marín en 2013 una intuición de Manuel León sobre todo esto? o ¿No es ya esta una época en la que, como reza el libro que aparece en “El niño de oro” (2016), retrato de Niño de Elche, estamos al borde del ecocidio? Que en “Cultura Vegetativa” aparezca de nuevo con fuerza el paisaje es un signo más de una búsqueda de reconciliación humilde con el medio natural, no es una sensación nueva, esto ya lo produce la colección de dibujos “Cuaderno de enero” (2011) con flora y fauna en pleno esplendor y la portada de “De Palmas y Cacería” (2013) de Pony Bravo. ¿No es esa la diatriba en la que se mueve Fran Torres, que parece representar la escucha de ese mundo que se derrumba? ¿Escucharon?
Las “Costillas de Adán”, la planta preferida de Manuel León y representada en esta exposición en 8 acuarelas, tiene por nombre científico “Monstera deliciosa”, monstera por monstruosa, sus hojas son grandes e histriónicas, y deliciosa por un fruto que tiene algunos usos medicinales en su lugar de origen México y norte de Argentina.
Decíamos, ¿a qué suena cultura vegetativa? a una monstruosidad de gritos, desesperación, e ignominia deliciosa y silenciosa. Permanezca a la escucha.
Pedro Jiménez Álvarez
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