Beatriz Gallego y Rosa Vázquez en el libro “Educación Infantil y bien común” nos dan una perspectiva crítica de la educación conectada con la sociedad, con el propósito de que la escuela no se aleje de la perspectiva social que el mundo necesita para desarrollarse. Un libro contundente para leer despacio.
Responde a una necesidad de las autoras por justificar el hecho educativo desde una contribución a una sociedad más justa, más solidaria y más libre, que ponga la infancia en el centro de la comunidad. Entienden la Educación Infantil como un lugar privilegiado desde donde construir buenos vivires. Buenos vivires presentes, basados en las posibilidades creadoras de las infancias y en el bien común. Buenos vivires donde merece la pena estar, comunicarse, aprender, compartir, cooperar, cuidar, emocionarse y celebrar. Buenos vivires que ponen en el centro la equidad, la autogestión, la libertad, lo comunitario, lo individual, y la necesidad del vínculo. Pretenden cuestionar la imposición de valores (individualistas, racistas, adultistas…) alejados del bien comunitario.Piensan que desde la Didáctica y, específicamente, desde la Didáctica de la Educación Infantil, debe ampliarse la perspectiva de análisis del hecho educativo, porque no tiene sentido que se produzca el aprendizaje si este no está al servicio del bien común y de la equidad. Es necesario enseñar como si realmente viviésemos ya en el otro mundo posible: con currículos justos y sostenibles que reconozcan el diálogo entre saberes, con una concepción de las infancias plural, creativa, capaz, política y respetuosa, con una Didáctica entendida desde la integración de sus múltiples dimensiones, que la hacen fuerte, crítica e inconformista, con unas propuestas educativas humanizadoras llenas de posibilidades posibles para desarrollar en las escuelas infantiles con la participación y la gobernanza de toda la comunidad y con un profesorado acompañante capacitado, profesional crítico, creativo, libre, comprometido políticamente e, irrenunciablemente, humano.
Sobre este libro las autoras dicen que quieren la posibilidad de abrir un espacio para seguir pensando sobre aquellas cuestiones que hacen posible una educación para una ciudadanía comprometida con el bien de la comunidad, con el bien-estar, con el bien-sentir, con el bien-querer, con el bien-pensar desde las primeras edades, las infancias.
Este libro nos ayuda a la reflexión más profunda sobre la educación, es necesario, según las autoras, abrir un espacio hacia unas propuestas ético-políticas que permitan construir un proyecto educativo comprometido y respetuoso con todas las vidas, desde las primeras edades, comprometiéndose también con el currículum, su sentido y su vínculo con la Didáctica. En él nos encontramos con ocho capítulos:
Está claro que el objetivo del libro es hacernos pensar para que construyamos un proyecto educativo para el bien común de las infancias como ciudadanía soberana. Está claro que debemos preocuparnos por la educación que acompañamos en estos primeros años de vida porque de ahí se empieza a gestar la persona que en un futuro formará parte de la sociedad. Está claro que los niños y las niñas no son faltos de maduración, son personas que se están iniciando en su proceso formativo y como tal hay que tenerlos en cuenta. Está claro que los recortes de la Administración no benefician positivamente este desarrollo. Está claro que el profesorado de infantil, la mayoría mujeres, trabaja con esmero para que la infancia se beneficie de personas que sienten, que piensan, que se comprometen, que son justas, que respetan las diferencias, que son inclusivas. Está claro que la Educación Infantil (EI) debe preocuparnos y debemos actuar en consecuencia. Está claro que la EI nos ofrece una oportunidad para reconstruir el tejido social y humano…
Dicen las autoras que la educación ha de ser pensada como práctica emancipadora y crítica para resistir a los agentes de poder y a sus políticas que desmantelan el bien de la colectividad y generan injusticias e inequidad. Están convencidas de que es en el espacio de la práctica educativa cotidiana donde se puede empezar a transformar la realidad. Entienden la EI como una etapa con identidad propia, con sentido en sí misma que contribuye al desarrollo global y equitativo de las personas de cero a seis años, de modo que se sienten las bases para que decidan por sí mismas ser personas solidarias y justas en la construcción comunitaria de realidades.
El libro es para leer y releer despacio, tiene mucho contenido que te interpela y te hace pensar en lo que haces en tu práctica educativa de cada día. Es recomendable para el profesorado en general, no solo para las de EI, porque trata temas generales de una sociedad injusta que viene bien recordar y pensar para todas aquellas personas que se dedican a la educación.
Nadie dijo que fuera fácil. Educar es una tarea compleja y debe ser llevada con el máximo grado de seriedad por todas las personas que se dedican a ello porque la sociedad lleva un ritmo acelerado que va chocando con principios fundamentales de la justicia social que estamos obligadas a respetar.
Puedes leer la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 19 de marzo de 2025.