La Colina de Peralías
03.01.2017

Conociendo el cerebro a edades tempranas

por Dolores Álvarez

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Conocer el funcionamiento del cerebro nos puede ayudar a dar respuesta a algunos de los comportamientos con los que a diario nos encontramos con nuestros niños y niñas; no se trata de parar las distintas manifestaciones con las que se pronuncia dicho cerebro sino de poder ayudarles a conectar las dos partes cerebrales que en la mayoría de los casos se manifiestan independientes si no reciben un tratamiento adecuado.

Ayudarles a conectar el cerebro izquierdo (lógico) con el cerebro derecho (emocional) les dará más claridad y comprensión de cada uno de sus actos. En los momentos que se desbocan y enfurecen las emociones hay que tratar de tranquilizarlos porque de nada nos sirve echarles una bronca en ese momento. Una vez que se han estabilizado emocionalmente, entonces una buena medida (según D. Siegel y Tina Payne en su libro «El cerebro del niño») es ayudarles a contar lo que ha pasado desde el principio, lo que les ha alterado, así su cerebro izquierdo puede contribuir a dar sentido a su experiencia y a ir controlando sus emociones primarias.

Otra actividad que nos puede ayudar para que conecte sus partes cerebrales en un todo es una actividad física, eso contribuirá a recomponer su comportamiento y los centrará en ese momento en el que el cerebro inferior se impone sobre el superior. Si en el momento del conflicto le cambiamos de actividad y nos ponemos con ellos a dar carreras o tirar un balón, eso les dará estabilidad y después reaccionará de otra forma más serena ante lo sucedido.

Cuando un niño o una niña son reacios a contar lo que les ha pasado se les puede «activar el mando a distancia de la mente» ayudándoles a recomponer la historia, ejercitando la memoria, rebobinando para atrás, avanzando, haciendo pausas… todo esto les ayudará a expresarse y contar, al fin, qué les ha sucedido. El arte de contar sus propias historias les ayudará a crear su memoria de forma que su vida esté plena de momentos recordados desde su infancia.

Podemos ayudarles a encontrar sus emociones, haciéndoles conscientes que los estados de ánimo son pasajeros y pueden controlarse ya que no son rasgos duraderos. Puedes ayudarlos a prestar atención a las sensasiones, las imágenes, los sentimientos y los pensamientos que hay en su interior. La visión de la mente les enseña a tranquilizarse y a fijar la atención en lo que quieren.

Podemos hacer que el «yo» pase a ser «nosotros» haciéndoles vivir experiencias de grupos en las que se diviertan y tengan buenos recuerdos de ellas. Jugar en familia puede ayudar a hacer personas menos egoistas y con más sentido de compartir y de relacionarse en grupo. Francisco Mora nos dice  que, a edades tempranas, el juego es el disfraz con el que se camufla el aprendizaje; el cerebro absorbe, aprendiendo y memorizando, información sensorial y motora con la que desarrolla circuitos neuronales específicos del cerebro.

Cuando un niño se empeña en llevar a cabo una acción, que a nuestro parecer es inadecuada, podemos desviarles la atención hacia otro lugar donde sí pueda realizarla. Si la pequeña una y otra vez mete la mano en la tierra de las macetas hay que prepararla para jugar con arena en un sitio adecuado y así desviamos su atención sobre la maceta, colocar una maceta con arena en la terraza puede ser una estrategia donde ella pueda jugar y no estropee la planta del salón, su recuerdo mental la hará disfrutar más con lo que aceptamos que con lo que le prohibimos.

El ayudarles a ejercitar su cerebro, desde pequeños, en la toma de dicisiones los preparará para cuando tenga que decidir por su cuenta. Hacerles preguntas sencillas, adecuadas a su edad, les hará pensar si decidir sobre una cosa u otra. Mientras leemos con ellos es buena medida ir haciéndoles preguntas para ayudarles a la comprensión y también para activar su cerebro en qué camino seguir.

Para ejercitar la memoria es muy adecuado contar historias de las acciones cotidianas, eso hará que se fije en su memoria y lo vaya recordando a través de los años. Aunque para nosotros sea molesto contar siempre las mismas historias hemos de pensar que con ello le ayudamos a la comprensión, la curación y la integración. Contar por la noche lo que hayamos hecho ese día, haciéndoles preguntas que activen su cerebro y les ayude a la memoria integrada con el conocimiento de las experiencias vividas.

Una medida para tranquilizarlos y para ejercitar la visión de su propia mente es hacer con ellos una relajación, que sientan sus propios latidos del corazón y que vean cómo se mueve su abdomen al respirar. Tumbados boca arriba, con un barco de juguete en el abdomen, verán cómo se mueve a medida que respiran despacio o profundamente.

Estos consejos, sacados del libro antes mencionado, nos ayudarán a conocer mejor a esas pequeñas personas que estamos educando y que día a día nos ponen a prueba con sus comportamientos. Todas las ayudas que recibamos sobre la justificación de sus acciones nos van a servir para formar personas íntegras, con capacidad de decisión, con mentes claras para desarrollarse en la sociedad.

(Las imágenes están sacadas de Google)

 

 

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