La Colina de Peralías
20.03.2013

¡Jiménez, siéntese correctamente!

por Dolores Álvarez

imagesEsta frase la hemos dicho con frecuencia en nuestras clases, yo les decía: «siéntate bien que cuando seas viejo y te duela la espalda te vas a acordar de mí», ellos se reían porque afortunadamente la espalda a esas edades puede soportar casi todo, hasta las continuas malas posturas al estar sentado en las seis horas de clase.

Pero no voy a hablar de los dolores de espalda, ni siquiera de las malas formas posturales en los centros educativos,  quiero comentar el lenguaje no verbal que transmitimos continuamente y que nos transmite nuestro alumnado.

– Con frecuencia decimos: «Jiménez, Manuel, Pepa, Sara… siéntese correctamente» y se lo decimos cuando en muchas ocasiones nuestra posición es incorrecta, tal vez estemos echados sobre la mesa del profesor o sentados encima de la misma o quizás sentado en la mesa de un alumno ausente.

– Con frecuencia decimos: «Hay que respetar el turno de palabra» y con demasiada frecuencia o cortamos al alumno cuando está hablando o casi ni le escuchamos, les damos las respuestas antes que ellos terminen, no los dejamos que se justifiquen, nos hacemos nuestras ideas antes de escuchar las suyas, un solo gesto con la mano puede cortar el discurso.

– Con frecuencia decimos: «Hay que respetar a los compañeros y no reirnos de ellos» aunque nosotros, como profesorado, nos permitimos todas las licencias posibles de esta norma. Nos reimos y ridiculizamos al que no sabe, sonreimos sarcásticamente cuando nos están justificando una ausencia o el porqué de no haber hecho una tarea, aunque no sea una risa abierta, la simple mueca de nuestra cara nos delata.

– Con frecuencia decimos: «Hay que trabajar diariamente» Mientras nosotros nos llevamos x días para corregirles los exámenes, esto molesta mucho a nuestro alumnado y además argumentamos un montón de cosas cuando nos preguntan si los hemos corregido, hasta somos capaces de decirles que si están callados se los corrijo en ese momento y no tengo ningún escrúpulo en parar la clase y hacer lo que no debo, a no ser que me plantee una corrección con el alumnado, para que vean «in situ» cómo han cometido los fallos. Casi que llegamos a la clase abatidos, para dar pena, para que no nos reclamen.

– Con frecuencia les recordamos «Hay que venir presentables» y nosotros despreocupamos nuestro atuendo ante un público que está en formación y que nos va a tomar como modelo. La moda puede hacer que en la calle lleve minifalda pero si me tengo que sentar ante el alumnado y eso los distrae, pues eso, mejor la dejo para la calle, lo mismo puedo decir de hombros fuera, grandes escotes, pantalones cortos… No se trata de ser puritana, se trata de no exponerse a ser el centro de la clase, si esto se lo argumentamos a ellos debemos cumplirlo nosotros también.

– Con frecuencia decimos: «Mírame a la cara que te estoy hablando» y nosotros podemos estar trasteando otro asunto mientras ellos nos hablan y no los miramos. Los niños y las niñas se fijan mucho en esos detalles y los argumentan en sus reclamaciones, no es ninguna tontería.

– Con frecuencia pasamos lista y ni siquiera los miramos, nos hemos parado a pensar que hay personas a las que el profesor no la mira en toda la hora o quizás ni le hable en varios días… esos gestos no nos acercan en nuestras relaciones.

_ Con frecuencia nuestro alumnado está moviéndose en la clase e intenta hablar con el compañero, quizás nos está diciendo que no le está interesando lo que estamos haciendo, quizás no hemos llegado a motivarlos hacia ese aprendizaje.

_ Con frecuencia nos movemos por la clase cuando estamos hablando y eso hace que ellos se tengan que volver hacia atrás, que se distraigan con los del medio…

– Si notamos que nuestro alumnado está abriendo la boca es signo evidente de que está aburrido y no está interiorizando el conocimiento, pedir salir al servicio, tener que pedir silencio, tener que decir que hay que trabajar con demasiada frecuencia… son síntomas evidentes del aburrimiento. Planteemos otra forma de trabajar más motivadora.

Hay muchos más movimientos y gestos de lenguaje no verbal que podemos ver a diario en nuestras clases, te animo a que completes este artículo en los comentarios, gracias.

La escritora Elsa Punset analiza qué gestos nos pueden delatar cuando mentimos, qué hay que hacer para causar una buena impresión en una entrevista de trabajo o cómo hay que dar un buen apretón de manos,entre otros códigos – Joan Martínez, Albert Domènech

 

 

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comentarios

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Lo mejor de todo, ese ejercicio de reflexión autocrítica. Gracias. Los ejemplos podían multiplicarse. Lo importante es preguntarse «¿Por qué actúo así?». Y ya… «la monda lironda» sería ser capaces de reflexionar estas cosas con los propios alumnos. A lo mejor nos sorprendíamos de los excelentes resultados de este ejercicio.

Loly Álvarez dice:

Gracias Miguel por tu comentario. Los ejemplos podrían ser muchos más pero últimamente pienso que no se pueden hacer muy largas las entradas porque terminamos leyéndolas a saltos o no pasando de la mitad, creo que es una llamada de atención y una llamada a nuestra reflexión, como tú dices. Desde mi puesto de directora he vivido muchas protestas de alumnos y alumnas que les molestan estos hechos del profesorado, juego con ventaja. Un saludo, nos vemos en Algeciras.

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