Hace unas semanas recibí un email (de Pedro) con un poema precioso que también había sido enviado a varias pesonas, el poema era:
Que me comí
las ciruelas
que estaban en
la nevera
y que
probablemente tú
guardabas
para tu desayuno
Perdóname pero
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frescas
1934.
William Carlos Williams,
«Esto es sólo para decirte».
A este email respondió una amiga (Sofia) con otro precioso poema, que era este:
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno»
«El desayuno»
Y con el que me lie y me dispuse a crear uno para responder ante tanto poema emotivo, y esto fue lo que me salió:
Y que a pesar…
Del rojo de los girasoles,
del verde de los tomates,
del morado de las alcachofas,
del gris del centeno,
y del negro mar.
Todas mis ideas se mezclan,
todos mis aprendizajes se enredan,
todo se me confunde….
y sólo pienso en decir
lo mucho que te quiero.
Gracias!