Mirando alrededor, no queda ni un solo concepto que mantenga los bordes nÃtidos, definidos y ajustados que tuvieron en otras épocas. Ni las parejas, ni las relaciones, ni el amor, ni el dinero (bueno, éste no ha cambiado tanto, sigue indoblegable e ingobernable), ni el trabajo son lo que fueron. Me guardo de la nostalgia.
Cuando dejé de «trabajar» para quedarme a cuidar de mis hijas, hube de redefinir -a efectos personales, espirituales o psicológicos- lo que yo llamo trabajo. Una redefinición lenta, trabajosa y no siempre obvia. Escribir es lo que he hecho siempre. Aunque jamás he podido plantearme dedicarme a ello. Ganar por ello. Entonces, ¿escribes o no? ¿Eres escritora? Cómo mola.
Documentándome para el artÃculo de Alejandra Pizarnik (recientemente publicado en Qué Leer), encontré esa maravillosa cita que he añadido a mi perfil. Alejandra renunció, con asco de esteta, a trabajar para otros (y sólo lo hizo cuando no tuvo más remedio). Su trabajo fue siempre su obra. No tenÃa horario, no tenÃa editor, ni tenÃa contrato, ni tenÃa prisa, ni tenÃa máquina de escribir. Sólo el impulso clarividente. Esa clarividencia me queda lejos.
Pero yo tenÃa un bebé y una niña. QuerÃa escribir y no encontraba las horas. QuerÃa publicar y trataba de diseñar artÃculos a mis editores. Estaba a cargo de este buque de forma práctica, pero lo práctico es lo último que me llena la cabeza. DefinÃ, bosquejé más bien, una serie de proyectos, con tÃtulos muy sonoros. Mientras me equilibraba hormonalmente, mientras luchaba con un bebé insaciable, mientras me acostumbraba a no ganar dinero… buscaba mi propia definición de trabajo, mi propia rutina, mi horario laboral, mi espacio.
Empecé a utilizar, extensivamente, las mañanas, cuando el silencio se conseguÃa más fácilmente entre estas paredes. Puse un corcho junto al escritorio y fue poblado de recortes (amén de dibujos de mi hija). Nunca pude obviar -aún no puedo, no creo que nunca pueda- la necesidad de ver mis cosas publicadas y ganar dinero. A pesar de todos los menoscabos, no se ha dado mal. Pero escribir, escribo a todas horas. He intentado hacer evolucionar esos proyectos, a los que querÃa prestar la misma atención, al mismo tiempo, y deberé aprender en un futuro próximo a poner en fila. ¿Trabajas? Pues no, la verdad, pero trabajo más que nunca en mi vida.