…ayer, emocionada por las muestras de cariño de mis padres: me dicen que si estoy morena, que si estoy guapa, que si me salen “planes” (se refieren a relaciones), me dejan imprimir unos textos en su impresora, me dan de comer (salmorejo riquísimo, filete ruso con ídem con ensalada y sandía), comentamos aventuras: ellos, anécdotas de mis sobrinas de estos días en que he estado fuera, yo les cuento sobre mi viaje; celebramos juntos nuestra debilidad compartida por la playa, discutimos acaloradamente sobre los claroscuros del accidente de tren, encuentro a mi padre muy bien, lo cual es ya un motivo de alegría infinita. De excepcionalidad. Pasamos un rato chulo.
Mi padre me hace un préstamo adelantándome dinero con una transferencia: la devolución que Hacienda me tiene que hacer antes de final de año y que, de hacerlo ya, me resolvería el bajón de curro del verano. También me regala una mochila de publicidad que tiene repe y una llave USB que no utiliza.
Mientras tomamos café y nos zampamos una coca de canela que les he traído de Sant Pere, me cuentan (totalmente spoileada) una peli que han visto que se llama La bicicleta verde. Mi padre se va a la otra tele a ver la serie de saltos de los mundiales de natación. Le doy un masaje en los pies y piernas a mi madre, que en verano se le cargan, mientras ve y comentamos algo de las evoluciones a velocidad de tortuga en la trama de Gran Reserva. Hablamos también de lo mal que está todo y los pocos visos que tiene la situación de mejorar, de lo tirados que nos está dejando el Gobierno/Estado, de la barbaridad que ha subido el recibo de la luz, de la posibilidad de marcharme, de qué opciones tendría, de mi miedo de dejarla en la estacada con lo de mi padre, ante lo cual ella responde con su habitual: “tú disfruta de la vida, hija”.
Tengo un profundo agradecimiento por su generosidad. Así que, antes de irme, se lo digo: les doy las gracias por todo lo que me dan. Sin ellos, mi vida sería infinitamente más pobre en todos los aspectos y sé que a estas alturas eso sólo puede ser síntoma de que algo fundamental no va bien en la estructura. También sé que, en un punto, debería avergonzarme de estar cómoda hoy en este estado de cosas.
Aún así: me voy contenta. Me digo que no todos los días nos podemos dejar tumbar por lo macro. Que es en los hilos que hay entre nosotros donde se sujeta el desastre, como cuando sacas un palo del mikado y la estructura sigue milagrosamente en pie.
Vuelvo hasta casa dando un paseo y la ciudad, de golpe y mientras saboreo esta felicidad tan rara, no me parece entonces tan difícil.
Silvia, es brutal. Es trabajo de campo, es historia futura. Me encantan tus estampas familiares. ¿Alguien más está contando eso así? Esas sobremesas… Mi padre también se va siempre a ver «los deportes», los que sean; y yo me quedo con mi madre en la cocina, es como un ritual. Si está enganchada a alguna serie, me la cuenta. Y también me regalan llaves USB de propaganda (a lo mejor todos los padres de nuestra generación lo hacen…). Al final, los escritores (o las) es la gente que te cuenta tu propia historia. Que le pone el foco a esas cosas y tú lo lees y dices: anda, mira, la vida. Danos más.
Me ha gustado leerlo, qué bonito Silvia. Te dejo un besito.
Me ha gustado mucho.
Y creo que he improvisado toda una teoría sobre las no-revoluciones. Es algo así como que una revolución es cuando a la clase dominante pierde al mikado y saca demasiados palitos.
Según esto el amor de nuestros seres próximos funciona como neutralizante a favor del poder..
Me falta pulir un poco la teoría, sí. :S
Gracias. Abrazón!
Qué ratito más agradable me has hecho vivir 🙂
Hola Silvia,
me encantó, me he sentido identificada totalmente. Sobre todo en «Sin ellos, mi vida sería infinitamente más pobre en todos los aspectos y sé que a estas alturas eso sólo puede ser síntoma de que algo fundamental no va bien en la estructura. También sé que, en un punto, debería avergonzarme de estar cómoda hoy en este estado de cosas.» Es inquietante. Gracias y un beso.
No lo valoro en absoluto como ñoño, Silvia. Simplemente me parece vida, la vida.