Entorno de Posibilidades
25.06.2013

(h)adas

por silvink

Ayer presentamos en Tipos Infames (h)adas, el último libro de Remedios Zafra, editado por Páginas de Espuma. A partir del disfrute de una lectura que suscita unas cuantas preguntas y abre mil ventanas, quiero compartir aquí un mini texto propio y una imagen regalada. El texto contiene una pequeña historia autobiográfica que pertenece a un texto en marcha y que sólo podía haber contado de este modo después de aprender algunas de las cosas que me ha revelado este libro. Me ha traído palabras, ayudándome a comprender, nombrar y escribir parte de mi experiencia. Me ha regalado, perdonadme el pegotazo y citando a Zafra que cita Haraway, figuras de dicción. El texto y las figuras tienen que ver con mi familia y con otra historia de cuidado radical que comparte Remedios en el exergo del libro.

Como intimidad con intimidad se paga, ahí va mi texto, como pelota devuelta a lo que Remedios aporta. Se titula:

ESCRIBIR Y CUIDAR

Hace ahora unos diez años tuve que matar a mi propio ángel del hogar. En este caso al ángel del cuidado. A mi padre le diagnosticaron una enfermedad crónica y degenerativa, de esas lentas pero implacables. Chungo. A los pocos meses me fui a vivir a Sevilla, donde viví durante 8 años. No lo sabía, pero me fui para hacerme escritora (cualquier cosa que signifique eso hoy día). Para apropiarme sin culpa de mi TIEMPO. Tuve que escapar de la inercia de esa nueva pero vieja identidad que el ángel del cuidado me había dejado sin avisar a la puerta de casa (después de llamar al telefonillo y salir corriendo). Puñetero. Tuve que huir, separarme geográficamente. Se conoce que hacer libros no era mi destino (aunque mi educación me hubiera hecho creer lo contrario), no estaba (aún) en mi ADN. Mi tiempo propio se puso en entredicho. Tuve que reprogramarme. Conquistar mi subjetividad. Lo hice. La enfermedad, por su parte, materializó a mi padre, le hizo poner el cuerpo en juego, lo bajó del cielo de la abstracción endémica masculina. Si nosotras hemos conquistado el cuarto y el tiempo propio, a ellos les resta hacerse el camino inverso, el de la objetivación, el de materializar el cuerpo y el cuidado que implica sostener las vidas. Ahora he vuelto, conscientemente, he revertido los papeles. Ahora quiero cuidar. Ahora puedo cuidar. Porque lo elijo. (“Soy tan ambiciosa que el dinero (leáse capital simbólico, ya sabemos que escribir no da pasta) no me vale”, pienso citando este maravilloso texto de Rosario Hernández Catalán acerca de las elecciones de vida y profesionales). Y ahora estoy en Madrid. Y estoy bien. Aquí puedo tocar a mi padre al tiempo que escribo este texto autobiográfico que se llamará Cuerpos en el Tiempo donde hablo de nuestra durabilidad frágil y donde sin duda las ideas y maneras de Remedios dejarán una huella, un polvo de anti-tinker bell recuperada, una estela de figuras inventadas para nombrar lo que nos pasa. Sí.

La imagen remate-regalo inesperado que abre el post, esta ontográfía (aquí se puede ver muuucho mejor) que ilustra otras cosas que pasaron ayer, está hecha por Carla Boserman, quien, junto a Sofía Coca, presentará mañana el libro en Sevilla. Ah, y esta tarde de martes, Remedios estará también con Elena Medel presentándolo en Córdoba. Si podéis, id a escuchar a alguna de esta crew de adas. Se regalan alas. Nosotras ya no las queremos.

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