Carolink Fingers
30.06.2017

Nolite te bastardes…

por carolinkfingers

No será este el artículo más documentado, ni el más razonado, ni el más equilibrado ni el más ecuánime que te vayas a encontrar sobre el debate de la «gestación subrogada». Quizá sea el más visceral. Y se enciende la mecha en este punto:

A partir de aquí -y a partir de los ríos de bits que estamos consumiendo en torno al tema desde hace meses, intensamente desde el pasado martes-, muchas cuestiones abiertas. Un número incontable de cicatrices, acorde con el de cesáreas que puedo enumerar entre mis conocidas, amigas y en mí misma. Cuerpo. Expropiación. Colecta. Patrimonio. Descendencia. ¿Derecho?

Los debates se pueden explayar en las inmediaciones de la comprensión, de la empatía, del dar satisfacción a una demanda (de mercado) o de, como he leído en varios lugares, tratar de dar marco legal a una realidad que ya está aquí («Aunque no hay cifras oficiales que lo corroboren, algunas asociaciones defensoras de la maternidad subrogada aseguran que en nuestro país anualmente hay ya más niños nacidos mediante esta técnica que recibidos en adopción. Los cifran entre unos 800 o 1.000 al año», dice este artículo en Público: si en 2015 nacieron 420.290 niños en el país, ¿qué alarma social es ésta?).

Vale: el rodillo comenzó a avanzar hace ya un tiempo. Sólo se trata de dar una seguridad jurídica a lo que es un hecho. Dar una oportunidad no onerosa a las parejas (¿siempre y sólo parejas?) que no pueden ser padres/madres con sus propios medios. Más tiempo hace que vivimos en menos metros cuadrados de los que necesita una vida humana, más tiempo hace que los que tuvieron un techo lo perdieron: no veo ninguna urgencia en dar cobertura legal a ninguna de esas realidades.

¡Venga, España, que hay que procrear! De pronto el tema entra en la agenda. Entendiendo que el fenómeno de las parejas infértiles crece y crece (véase una novela sobre el mismo, Quien quiere ser madre de Silvia Nanclares). Entendiendo que muchas van a llegar demasiado tarde a la constatación de que querían tener hijos. Entendiendo que las nuevas familias gays y lesbianas también desean descendencia.

Éste es un debate mortal. No moral. Mortal.

Es un debate de clase.

Es un debate que implica al cuerpo de las mujeres, que nunca ha dejado de ser propiedad de otros, y a los cojones de Girauta.

Es un debate de huevadas que se dan por hechas, por derechas: un supuesto derecho a la reproducción genética y a tener un hijo en el que participa alguno de los implicados (de la pareja, porque todo es en torno al binomio). Al otro lado, invisibles, están los otros cuerpos. De los múltiples artículos que he leído, los párrafos más flacos son los dedicados a ellas, las mujeres gestantes.

Imaginemos un cuerpo que no puede caminar. Imaginemos que todos los señores que están en el parlamento se han quedado sin cuerpo con el que caminar. Van a subrogar la capacidad de caminar, le van a dar entidad de Ley. A partir de ahora, por decreto, personas generosas y altruistas darán largas caminatas para ellos y les obsequiarán con sus relatos, grabaciones, archivos de sonido que testificarán el placer de caminar.

Después desaparecerá la capacidad de comer. También podrán subrogarla, siempre encontrarán almas bellas que les quieran degustar y describir el placer de la comida. Igual el resultado se lo pueden entregar en una caja, con borlas de tafetán.

No se parece. No tiene ni la más mínima comparación. Métete un embrión y llévalo nueve meses. Que no pase nada. No vayas a fumarte un cigarrillo ni a oler el vino. Eso que llevas no es tuyo, más vale que lo entregues entero. Impoluto. Perfecto. Entrégalo. Olvídate. Ya veremos.

Creo que la imagen de arriba resume una buena parte de lo que está en juego en este falso debate: el cuerpo del legislador legisla. El vuestro (nuestro) obedece. Me salto los pormenores del proyecto de ley, que para eso hay gente haciendo análisis con más herramientas de las que poseo, y me enfermo de este vómito oscuro:

De qué mierdas se está hablando.

De qué derecho.

Si ni siquiera hemos podido garantizar que una mujer pueda decidir por su cuerpo hasta este momento, por su capacidad gestante si la posee, por la posibilidad de no proseguir un embarazo no deseado, por su capacidad de decidir cómo quiere que sea su embarazo y su parto cuando se trata de una maternidad deseada; si apenas estamos dando a las adolescentes algunas nociones sobre salud sexual y reproductiva; si ni siquiera hemos sido capaces hasta hoy de garantizar condiciones medianamente dignas para los niños que llegan al mundo (en este país pocos, poquísimos), si les estamos robando su futuro antes incluso de que nazcan, si los estamos entregando a una competencia descomunal por resultados desde que ingresan a la educación infantil, y tienen que estudiar los «colours» y las «shapes» para no quedarse atrás y no se les ocurra dar muestra de alguna necesidad especial, diferenciada, privada, «no disponemos de acompañamiento para los niños con TDAH en este instituto, mejor búsquese un terapeuta», escuché decir hace pocos días en un salón de actos. Si ni siquiera logramos garantizar una vida medianamente digna para los niños que entran a formar parte de nuestra sociedad como hijos de inmigrantes, que se ven relegados a la marginalidad porque no creemos en ellos, porque no los toleramos. De qué estamos hablando si ni siquiera nos creemos a los hijos que sí, efectivamente, nacen sin esa subrogación, y les quitamos los pocos recursos de los que nos habíamos dotado. Mientras se está desmantelando la sanidad pública y la educación y todo es un «verás este cole que aquí no hay morenitos» y «aquí sí que los hacen trabajar en serio desde que tienen tres años».

De qué mierdas estamos hablando.

De un derecho inventado, reservado a una clase. De nacionales. De pudientes. De bienpensantes. De aquellos que tienen los recursos, de aquellos que pagan sus impuestos y hacen crecer la economía. Estamos hablando de volver a patrimonializar a los hijos (porque, si hemos invertido tanta energía y tanto esfuerzo e ilusión, incluso sin la carga económica, en tener un hijo a través del cuerpo de otra persona, será porque lo vamos a considerar algo nuestro, no nuestro para cuidarlo, nuestro para que nos dé alegrías, y si no nos las da, ¿qué pasa entonces?).

¿Te ves a familias de clase obrera, ella limpiando escaleras, él repartiendo mercancía de siete de la mañana a siete de la tarde, solicitando un vientre de alquiler para ser padres?

Pero ¿por qué estamos debatiendo esto en el congreso si esas mujeres que -habiendo sido madres ellas mismas- van a llevar a tu hijo por nueve meses y entregártelo no existen?

Es sumamente interesante el uso de la palabra «altruista». En una sociedad en la que se han vaciado todas las posibilidades de entregar el tiempo, la capacidad o los recursos al bien común, en un entorno de aislamiento individualista y búsqueda de la maximización del interés propio, las mujeres van a ceder durante nueve meses su cuerpo de modo «altruista». Las mujeres: las que cobran en torno a un 20-25% menos, las que ocupan los trabajos de jornadas reducidas y llenan la economía informal. ¿Altruista para sentirse mejor persona? ¿Altruista para colaborar en la felicidad de una familia -que se puede romper siete años más tarde, por no se sabe qué avatar-? ¿Altruista para elevarse sobre la inmundicia humana y ganarse qué cielo? A mí ese altruismo no me suena, sencillamente, más que a enmascarar que tendrá que haber una compensación (¿Cuánto es «suficiente»? Cuando no tienes para llenar la olla noche tras noche, ¿cuánto es «apropiado»? Hay quien vive con 400 al mes, pero queremos 1000 al mes, ¿no? ¿Al menos? ¿No podemos esperar que nueve meses de gestación nos dejen, al menos, 9000 euros? ¿Quién paga mi vida? ¿Quién se va a substraer a ese intercambio? Hablemos de dinero, mierda, este debate está lleno de mierda).

Pero el presente es ahora, y ahora, y ahora. Y esa vida estará en tu cabeza para siempre.

Y si el presente es ahora, y ahora, y ahora, estamos peleando por el nacimiento de vidas (genéticamente altruistas) sin que les podamos garantizar ni la más mínima condición vital.

«Todo el mundo sabe que ni los deseos, ni las frustraciones, dan lugar a derecho alguno», escribía aquí María Eugenia Pallop.

Y mientras tanto, se va normalizando el lenguaje, a fuerza de insistir, que dice que es posible «gestar desinteresadamente el hijo de otros».

Imaginemos más cosas. Es el tiempo de las distopías. Esto lo he contado otras veces. Ciertos hombres abusan de sus hijos. Cuando estos denuncian, no son escuchados, y se niega a priori la veracidad de sus relatos. Si los escucháramos, a ellos, a los hombres, igual hablaban de deseo. Extendiendo el argumento del deseo, igual, con el tiempo, hombres con cierto poder montan un lobby de normalización del deseo hacia los niños. Es nuestro derecho, porque es nuestro deseo.

O, por qué no, un lobby de pegar a las viejas arrugadas porque es nuestro deseo. O de golpear a gays y lesbianas, porque es nuestro deseo. O (esto es historia), de normalizar el acoso a los judíos, quemarles las casas, quitarles los bienes.

Lo que está escondido detrás de este debate  es una concepción privativa de la vida humana, donde unos tienen derechos y otros, simplemente, obedecen, callan, gestan, pierden la voz. Y el cuerpo. Unos, con sus cojones, legislan. Otras ofrecen su vientre en un altruismo que ya me está dando náuseas. Estamos tan, tan lejos de ser dueñas de nuestros cuerpos y destinos, así como tan, tan lejos de saber proveer condiciones de vida dignas a las nuevas vidas más allá del formato familiarista que hace treinta años que implosiona por sí solo, que no me puedo creer que estemos en medio de este debate.

Si estoy mezclando churras con merinas, es que es mi deseo y sobre todo mi oficio, pero no voy a hacer una ley de ello.

 

//Quieres saber más cosas?:
En la historia, ya ha pasado de otros modos: Objetos gestantes//

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comentarios

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Paco Ibañez dice:

Esta gente podría dedicar su amor y dinero a apadrinar familias q lo esten pasando mal. Familias con hijos, si lo que les gusta son los niños
Pero claro, lo q queremos son herederos lo más nuestros posible

¿Y qué te parece lo que dice sobre las mujeres y los vientres de alquiler el hombre de George Soros en Europa? Lo digo por la financiación de Zemos98 y sus vínculos con la Open Society. Me interesa mucho tu opinión y el posicionamiento de Zemos98 porque es un tema preocupante: http://www.lasinterferencias.com/2018/03/01/jordi-vaquer-y-la-defensa-de-los-vientres-de-alquiler/

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