15m. ¿15m? Juntarse. Cuerpos. Cansados. Cuatro años. Preguntas. Experimentamos. Aprendimos. Rompimos. Lo posible.
Llego a casa, enormemente cansada. Es casi la una. Destapo un plato, galletas de avena y plátano que ha cocinado mi hija mayor. Me zampo una con avidez recordando, sintiendo aún la vibracion musculosa en las piernas.
Es jueves y salgo de la librería a la hora del cierre. Mamá hoy ha salido del trabajo tarde, avisó de que no llegaría a dar el beso de buenas noches. En lo que respecta a Sole Parody tengo bula. Ellas son fans y entienden mi fanatismo. La conocen y entienden mi amistad. Una vez, esta noche, me rodearé de cuerpos como hacíamos antaño -no hace tanto tiempo- cada pocas semanas. En cada manifestación. Vengo a bailarlo. Vengo a darlo todo. La hemos bailado a lo largo de cuatro años. La hemos esperado.
Nos han pasado muchas cosas a lo largo de cuatro años y algunas hemos hecho pasar. Se endurecieron muchos sentidos, algunos sentidos, todos los sentidos. Un buen día pareció que si no estabas «militando» no estabas haciendo nada. No, no hablo sólo de los electoralistas.
Hubo un tiempo en que pasaban muchas cosas. Sacabas una convocatoria veinticuatro horas antes y habia mil o cinco mil reunidas. Podemos quedarnos nostalgicos recogiendo frutos o desilusiones, viendo la ola en resaca, o podemos querer mantener la semnilla de esos frutos sin criogenizar, por el puro placer de mantenerlas vivas, lozanas, por el puro deseo.
No, no hay un 15m. Nunca hubo sólo uno y existen al menos treinta volúmenes que tratan de explicar lo que fue sin realmente abarcarlo (ahora soy librera, y me provoca cierta sensación de obscenidad la repetida proliferación de apropiaciones de la cosa).
Pero hay un 15m inscrito en el cuerpo, que experimentamos, aprendimos a salirnos de nosotros mismos. El de vincularnos y, después, el de cuidarnos.
Hubo un ladyfest. Báilalo todo. Báilalo sobre el poder, sobre lo que te oprime, sobre los antidisturbios, sobre los desahucios, baila hasta reventar, hasta parir lo que no sabías que llevabas, báilalo hasta que explotemos porque mejor juntas.
Es el concierto número ¿10? de Sole Parody al que voy. Al entrar, tres o cuatro policías municipales atienden a una chica que, dentro, ha sufrido un desmayo. Le hacemos bromas. Se ríe.
“Flipo con tu energía”, me dice Julio al terminar el concierto. No se si la saca Sole, si la sacan de mí las 200 personas con las que comparto la emoción de sus canciones y sus subidas de ritmo. Hubo un tiempo en que se puso de moda cuestionar la “apoliticidad” de lo indie, del hedonismo en la musica de consumo, de los “valores” morales en las canciones. Cierto que Sole escribe CON lo que nos ha estado pasando. Aunque no se pillara, ni lo explicara. Qué más daría. Es el cuerpo hablando. Ritual. Concierto. Pogo. Saltos. Cuarenta y un años. Energías. Faltan. Sobran. Bailamos. Cuerpos. Danzantes. Sudamos. Esa luz. En los ojos. Encontramos. Camino. O un alivio momentáneo. Ese encuentro.
El endurecimiento de todo lo que ha ido pasando a lo largo de los ultimos cuatro años. La politica y su sentido estrechándose, más y más, hasta quedarse encajada en un debate de la tele. Puede que sea ahí donde deba estar la política. No, me digo. Porque
¿Cuándo bailamos? como metáfora del juntarnos de otro tiempo. “Dejadla sola”, cantaba Sole. Todas juntas, en multitud. Haciendo pasar cosas por pequeñas que sean.
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Cosas pequeñas que se están haciendo suceder, o no tanto:
Foto de Laura Martínez Lombardía (robada a Le Parody).
Guau! seguías bailándolo cuando lo escribiste