Carolink Fingers
12.12.2014

La coyuntura de la escalera

por carolinkfingers

Nunca he sido capaz de «leer la coyuntura».

Lo cierto es que, pasadas las euforias de hace algún tiempo, de reconocernos tantas juntas en un descontento común –con su lado de alegría dionisíaca-, apenas sé leer lo que pasa en las calles que transito a diario, las aceras que nos han cambiado sin permiso en la avenida, las vomitonas de fin de semana en alguna esquina que dejan un rastro de grasa para siempre porque ya nadie pasa a baldear las aceras, las farolas que nadie ha repuesto porque esa calle no es lo suficientemente transitada, lo que nos pasa a los vecinos que a veces nos juntamos en la plaza para seguir discutiendo, como vimos que sabíamos hacer hace tres años y medio largos.

Los vecinos, las vecinas. Llevo viviendo doce años en Madrid y es ahora, desde hace esos tres años, cuando puedo decir que tengo un vecindario. No son precisamente los de mi escalera, a los que no puedo soportar demasiado y es mutuo, pero podrían y deberían serlo (también).

Es ahora cuando puedo decir: “Necesito una escalera alta”, “Creo que tengo chinches en casa, ¿quién puede ayudarme?”, “Hoy no quiero comer sola, ¿nos vemos en la cafetería?”, “Tenemos que juntarnos para ver este tema del boletín”, “Necesito que alguien eche un vistazo a mis hijas esta tarde”, “¿Podéis acompañar a Valentina a la chikiasamblea?”. Y cada mes ese vecindario se me expande un poco más.

Esto lo aprendí y atesoré mucho antes de haber aprendido la palabra “municipalismo”.

Algunos se preguntan dónde están las grandes y masivas movilizaciones. Respuesta no tengo, lo que sí sé es que preguntármelo me paraliza. Como me paraliza creer que no se ha conseguido nada en todo este tiempo, y me sucede ante algunas pruebas cotidianas de que los “marcos” se han desplazado demasiado poco: me paraliza que a estas alturas nos “indignemos” sin más proposición que la indignación misma, y que nos azotemos moralistamente con un “¡politízate!” de patio de colegio, me paraliza o desanima el descuido sistemático de los cuidados en los espacios políticos –y cada día pasa meeeenos- o la confianza masiva que hemos otorgado a una persona que sale en la tele.

Y todas esas cosas pasan, pero pasan a la vez muchas otras.

Mi pequeña actividad “política” –por los tiempos, por la imposibilidad, por lo bien que me siento entre mis vecinas en nuestra diversidad- se circunscribe tanto a lo cercano, que cuando comencé a entender y a enterarme qué iba eso de Ganemos no tuve dudas.

Cuando conseguí permiso de mis hijas para ir a alguna que otra reunión y pude comprender cómo iba tomando forma, cuánto aporte generoso venía de cuántas personas distintas, no tuve más dudas.

Cuando hace unas semanas se empezó a extender el movimiento a los barrios, por tanto, mi ausencia de dudas me dijo que estábamos maduras.

Hace unos días, ya a oscuras en mi calle a la que le faltan unos cuantos manguerazos y al menos dos farolas, volvía de hacer los últimos recados para la cena. De frente a mí, venía una de las caras nuevas que he conocido en las primeras reuniones de Ganemos Chamartín, el grupo motor que unas cuantas locas quisimos poner en marcha en el distrito. Es uno más de los que viene a esas reuniones en las que llegamos a ser cuarenta personas, no se pregunta quiénes somos las demas, y sabe bastante de manejar la intensidad y las intervenciones para que sean certeras y no nos hagan perder el tiempo (que es una de las formas que toman los “cuidados” en las antipáticas reuniones).

Así que, medio a oscuras, lo saludo al pasar, “¡adiós, vecino!“. “Qué, ¿haciendo barrio?”, contesta. Cada uno se fue a su casa, no más, sabiendo que nos hemos liado a trabajar en un proceso municipalista para promover una posible toma del gobierno de la ciudad o para, mientras tanto, abrir un debate abierto y de todas. No de las vecinas que nos prestamos escaleras, de todas.

Si hay una política que me interesa, está y estuvo abierta siempre para que la ocupásemos, no nos preguntamos los currículos al llegar, y confiamos en la palabra que se piensa en común. Y hay un asalto a las instituciones que probablemente es muy necesario y urgente y hay una coyuntura que a mí me parece una palabra tan incomprensible como “abracadabra”, pero es en esta escala de lo cercano, de lo que me-nos tiene en cuenta y lo que transforma la vida de forma directa donde me siento mejor, incómoda lo justo, y con algo que dar.

Si lo personal es político, las plazas de barrio son el tipo de espacios donde nuestras precarias comunidades pueden hacerse menos precarias. Importa por supuesto saber qué sucederá con los presupuestos, cómo se elegirán los vocales, quién podrá controlar y cómo que la representación no se repita como vacío, instaurar canales de comunicación en la institución que no se parezcan al telemarketing. Pero tan interesante como eso es el proceso de hacerlo nuestro.

Ésa es una de las razones de que trabaje, como tantas otras, en Ganemos Madrid a día de hoy. Sumando, al lado de los que tratan de mejorar la vida a los amenazados de desahucio o los que luchan por la derogación del decreto ley que excluye a muchas de la sanidad universal.

Porque ni estamos quietos, ni desaparecimos, aunque no se nos vea en manifestaciones, ni nos hemos rendido, ni creemos que todo pase por lo electoral. Dejo de sentirme paralizada. La posibilidad de hacer vecinos y amigos y hacer crecer el número de personas que va a pensar en los problemas comunes –y podría prestarme una escalera- me parece una apuesta tan llena de afecto y de disolvente de impotencia que la hago mía.

Es la posibilidad de, al menos, cambiar una pequeña cosa cada día.

(Y todo esto para deciros que en Chamartín este domingo 14 de diciembre salimos a la plaza a solicitar el apoyo a Ganemos Madrid, desde las 11 am)

comentar

Por favor, cíñete al contenido propuesto, sé respetuoso contigo y con los demás, con la ortografía y la gramática. Los comentarios pueden ser moderados por una cuestión de SPAM, pero además nos reservamos el derecho a no publicar cualquiera que resulte violento u ofensivo

Acerca de Carolink Fingers
El blog Carolink Fingers está hecho con Wordpress 4.8.12 para ZEMOS98.
Follow

Get every new post on this blog delivered to your Inbox.

Join other followers: