Y que no sabe leer entre lÃneas. O que no acepta las collejas. O que defiende una peligrosa, envenenadÃsima corrección polÃtica hasta cuando va a cagar. O que simplemente nunca jamás podrÃa entender un rap.
Hay gente de ésa.
Por suerte, me tropiezo más con la otra: hasta el portero de mi edificio es de los otros. Hablamos a menudo, últimamente. De la vivienda, la desproporción del tema «libros de texto«, y poco falta para que hablemos de a dónde van los personajes. Me entrega cada semana dos o tres lindos paquetes de libros. Cada lunes, sobre las siete, me ve salir cargada con el ordenador y me despide: «Que te salga bien el programa». No sé en qué momento le conté que los lunes hago un programa de radio.
Le invitarÃa a la fiesta de aniversario, y estoy segura de que entenderÃa nuestra perversa propuesta. Pero hay gente que no.
Por ejemplo