Desde mucho antes de que la melancolÃa se asociara, mediante la astrologÃa, al influjo del planeta Saturno, era este astro el que se entendÃa padre de los caracteres melancólicos. Opuesto al sol, en el otro extremo del universo, derramaba sobre los hombres la audacia y la imposición de transgredir todos los lÃmites impuestos.
Griegos, astrólogos de la baja Edad Media y pensadores del primer Renacimiento hicieron el resto. Nos liberaron del pesado yugo que la Edad Media impuso sobre la melancolÃa (tienes exceso de bilis negra, estás desequilibrado y enfermo, hay que purgarte, estás endemoniado, eres un pecador, un soberbio, gasta tus energÃas en la gran obra de Dios, aléjate del pensamiento profundo, los estudios nocturnos, y come gallina seca).
A partir de entonces, podrÃamos dejar el eléboro. Saturno nos alimentarÃa y nos darÃa razón de ser. Ya no estábamos enfermos, tan sólo señalados por un potente rayo. La brutalidad del vaivén en el que somos gestados nos hará desdichados y felices al mismo tiempo. Y además se puede combatir, aunque sea inútilmente. Siempre podemos combatir. Porque, ¿qué mira tras la ventana la mujer al sol de Edward Hopper? La infinita incomprensibilidad del mundo, la vasta belleza del mundo, inaprensible y efÃmero; un mundo lejos de su cuerpo desnudo, privado de todo verdadero contacto. Pero la luz se derrama, a pesar de todo, sobre su oscuridad interior.
//MelancolÃa, de Laszlo Földényi -Galaxia Gutenberg, 2008- en sus páginas 102 a 106, muchas horas de trabajo y todas las lecturas que estoy realizando estos dÃas motivaron este amago de composición conceptual-fotográfica.//
Sabes, Mariel? Yo creo que la melancolÃa, para quien la tiene, es necesaria, y es también una condena, como una enfermedad crónica. Desde que me di cuenta de esa "condición", me empeño en conocerla mejor, en saber todo de ella, para asà poder hacerle frente. Pero no siempre, claro, se puede.
[…] Sep. 2010: Hijos de Saturno […]
MelancologÃa … me ha encantado. Segismundo decÃa, desde su consultorio en Viena, que la melancolÃa es la sombra de lo perdido. Del paraÃso perdido. Inclusive del que creÃmos pisar aunque jamás haya existido. Yo, melancólica de nacimiento, le huyo en los últimos años a mi condición como una peste. No como gallina seca, pero lo harÃa si contribuyera a erradicar la lluvia cayendo sobre mi psiquis. Claro que la melancolÃa es más rendidora artÃsticamente, ¿no? Por eso la comedia todavÃa se asocia a la baja cultura y no rankea alto. MelancologÃa, una patologÃa del espÃritu que no solo puede lastimarte el alma sino también herirte el cuerpo si te entregas a ella. Devoradora. Besos del sur que tira.