“El hospital de la transfiguración”
Stanisław Lem
Impedimenta
¿Qué peor cosa te puede pasar cuando eres un jovenzuelo recién licenciado de Medicina que ser polaco en el año de la invasión alemana? Quizá el destino de escritor de Stanisław Lem se escribió entonces, cuando se apercibió de que nada podría hacer como médico en ese contexto. Así nació “El hospital de la transfiguración”, una primera novela que habla de él sin hablar de él. Lem pone en juego a Stefan, un muchacho apocado y pusilánime, que apenas sabe cómo enfrentarse a un funeral entre familiares, para convertirlo –progresivamente- en un médico que se come el mundo con curiosidad y decisión, que transforma y se deja transformar por las circunstancias en que se ve envuelto: un hospital psiquiátrico como metáfora de toda la nación polaca en desintegración. Unos colegas médicos, a cual más desesperado y neurótico. Un poeta-loco en demostración permanente de la lucidez y la vergüenza del intelectual. Y, claro, la invasión nazi que, irremediablemente, llega hasta ocuparlo todo. Si puede parecer, bajo la mirada poco atenta, que aún está lejos de eclosionar el Lem-escritor-de-ciencia-ficción, aquí está, gigante, el Lem-divulgador de la ciencia dentro de la literatura, un intelectual concienzudo con la materia que trata, arrojando luz de puro sufrimiento en las zonas más temibles de la conciencia. Pasajes de colección hay aquí para regalar: me quedo con la infortunada operación de cerebro en el quirófano semiclandestino del hospital, una de las escenas más terroríficas que se hayan puesto en papel.
//Publicada en Go Magazine octubre 2008. Para los lem-maníacos, aviso que ya hay otro Lem calentito en los mostradores, Vacío Perfecto, a cargo de Impedimenta nuevamente.//
¿Verdad? He leído pocas escenas más desasosegantes en mi vida. Creo que los rusos y este genio polaco tienen una mala uva muy fértil para escribir escenas de una gran fuerza dramática, sin sacar lo peorcito del morbo ni mucho menos. Sí, sí, esa escena la pongo en mi propio podio de lo mejor que he leído nunca, a pesar de que la novela tiene sus momentos flojos.
JO!cuando leí eso iba en el autobús, todo el tiempo mirando para otro lado… leyendo y mirando para otro lado. No sé qué cara me verían de auténtico espanto y horror mis compañeros de viaje… suena extraño, porque no se puede leer a la vez que se mira al otro lado, pero yo no podía parar de leer y mirar para otro lado…