Um’ Draiga es una zona montañosa situada en la parte este del Zemmur. En ella se asentaron los primeros campamentos de refugiados saharauis tras la invasión del ejercito marroquí. Campamentos que la aviación marroquí bombardeó brutalmente con napalm y fósforo blanco en la llamada marcha verde de 1975. Este es el trágico capítulo de la historia elegido por el artista saharaui Mohamed Moulud Yeslem para realizar una gran pintura sobre rocas en los IV Encuentros Internacionales de Arte en Territorios Liberados del Sahara Occidental. Su intención es traerlo a la memoria de todo el mundo y denunciar lo sucedido, como un “guernica” en el desierto.
Este gran mural es una de las piezas que ahora forman parte del enclave de Tifariti y su valor artístico no puede ser entendido fuera de la reivindicación política que contiene. En el proceso de creación me llamó la etención que a Moulud no le importaran mucho las pinturas que emplearía, utilizó las que había. Algunas incluso las habían traído hasta allí para el diseño de una pista de aterrizaje, que era el primer proyecto propuesto por él y que por problemas logísticos será llevado a cabo el año que viene. Con un estilo propio y un lenguaje directo ha representado el genocidio para que tuviera una presencia pública a nivel internacional. Ellos no pueden olvidar lo sucedido, hacer uso de la de las imágenes y la fuerza de los símbolos se convierte en el vehículo para reescribir la historia que muchos quieren enterrar.
Mohamed Moulud es uno de los artistas más comprometidos con ARTifariti desde el principio. Perteneciente a una familia de artistas y de formación como arquitecto en Cuba, ha sabido ver la importancia que tienen estos encuentros a los que procura no faltar. Como él comentaba, es la única vía que tienen los saharauis para desarrollarse como artistas y seguir aprendiendo. Su entusiasmo y su carisma le posicionan como uno de los referentes para otros jóvenes creadores, a los que siempre intenta ayudar y animar para que utilicen el arte como herramienta no sólo de expresión personal sino también de lucha política y social.
La pieza se adapta perfectamente al paisaje de la zona, visualmente fascinante y que bien podría ser la localización que simulara el planeta Marte en una película de ciencia ficción. Adquiere un aspecto aún más particular por el uso de pintura fluorescente, la cual alude al los químicos vertidos sobre la población durante la masacre. También incorpora otros elementos que complementan la obra dándole más la forma de una instalación. A los pies de las rocas están colocados una serie de objetos que han sido encontrados por los alrededores, como huesos de animales, zapatos, trozos de bombas y otros residuos de materiales bélicos. Objetos que hacen que la línea entre lo representado y la realidad física del suceso se desdibuje de manera aterradora.