El sábado tuve un momento Humbert(a) Humberta(a).
Llegamos por unos caminos intrincadÃsimos a casa de un tipo barbudo de 77 años que va descalzo y recibe a sus invitados espasmódicamente. Una especie de Mr. Natural con sotabarba y unas cuantas proteÃnas de metanfetamina integradas en su hélice de ADN. El tipo y su mujer han dispuesto en un prado unas mesas con flores. MuchÃsima comida exquisita que han ido (hemos ido) aportando los elegidos para pasar alli la noche de San Juan va llenando los manteles blancos.
Una parodia de sangrÃa, vino espumoso, quiches interminables, ensaladas de mil colores y unos gladiolos de color rojo recién cortados.
Está anocheciendo y hay un niño que se llama Thibaut. Es el extraño ejemplo de preadolescente sin cara de orto. Juega con los niños pequeños, los cuida. Al poco se me acerca y me habla en español. Lo está aprendiendo en el college (instituto). Me cuenta que vive en una «ville de campaigne». Una ciudad de campo. Una ciudad de pueblo. Un pueblo grande, imagino. De repente, me soprendo juzgando como fascinante cualquier pueblo grande si en él está Thibaut con su pequeña vida de partidos de basquet, cómics y peces de colores. Supongo.
Yo le llamo Theo hasta que me saca del error. -Me llamo Thibaut. Lo deletrea con cuidado como si de golpe fuéramos sordos. Pues vaya nombre chulo. Pasamos toda la noche juntos, sin separarnos. Él me pregunta mi edad, si tengo hijos. Yo le pregunto qué que le gusta hacer. Me habla del monopatÃn. Subimos por una colina hasta llegar a una casa aparentemente cerrada. Damos la vuelta porque somos buenas personas. Y algo miedosos. Bajamos la cuesta de vuelta al banquete de postres.
El fuego. Joan, el anfitrión, abre las puertas de la hoguera con un rastrillo.
El que juzgue severamente a Humbert Humbert nunca se ha enamorado de alguien de 12 años.
Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.
Lolita, la novela de un ruso que escribÃa en inglés.
Todo el mundo que escribe deberÃa abandonar alguna vez su propio idioma. Forzarse a abandonar los hábitos de la protectora lengua madre. Enamorarse de alguien de 12 años. Observar una hoguera. Saltarla. Volver a casa. Sentir como las vidas se bifurcan irremediablemente. Como la lengua es capaz de situarse en el momento más inesperado en un nuevo lugar del paladar para repetir en silencio un nuevo nombre. Cada vez que sucede. Que alguien se fascina con otra persona.
Y los nuevos nombres respectivos son pronunciados y reseguidos en silencio en la oscuridad.
Le pregunté a Thibaut si le gustaba el fuego.
-J’adore le feu.
J’adore le feu.
A lo lejos, entre los caminos, sonaba
http://lasbuenasnoches.bandcamp.com/track/la-jungla
qué bueno, silvi, quién fuera tú y Thibault esa noche!