Carolink Fingers
02.10.2017

Estado, padre, patriarcado

por carolinkfingers

Me enganché al twitter a las dos de la tarde y, viendo las imágenes de las primeras cargas del día, no pude dejar de recordar lo que le había leído a (creo) Andrea Momoitio, hace unos días: “el Estado español se comporta como el maltratador de manual, como no quieres someterte a mis deseos, te masacro, igual luego volveré a tratarte bien en unos días, a hacerte creer que eres única, igual olvidamos este mal trago juntos” (esto no es una cita textual). Eso ya no va a pasar. Ya está claro que no va a pasar. Si hay un posible paralelismo entre la jornada de hoy y la violencia machista cotidiana, la «maltratada» ha dicho «no aguanto mès».

Me nutro de feministas. De miles, de cualquiera. De voces anónimas y con nombre. Me dicen (@tatebravida) que la comparación la han hecho muchas. Me enseña otro tuit, que equipara el “ir a votar” con el “andar en minifalda”.

https://twitter.com/tatebravida/status/914486901188497408

Todo está conectado. Produce dolor por todos los ángulos, cada patada, cada porrazo, pero vemos meridianamente el paralelismo. Para las que hemos sido socializadas mujeres, al menos hasta hace diez años, la represión era auto-represión. No te vistas, no te muevas, no te insinúes, no salgas, no hables. No votes.

Vengo, además, de pasar un día y medio entre otras veinte mujeres que han organizado un punto de autogestión feminista en las fiestas del barrio en Chamartín: han repartido panfletos, han explicado las posibles estrategias y les han dicho a muchas: «No estás sola». Todo lo que puede pasarte es fruto de una agresión sistémica, y tenemos (hemos de darnos) herramientas. Sistema es patriarcado y sistema es Estado.

Cientos, miles de muchachas muy jóvenes han pasado por delante de nuestra caseta, con sus minifaldas, con sus maquillajes, y nos han preguntado cosas para después seguir divirtiéndose, estableciendo su Estado de (queremos imaginar) tolerancia, respeto, amor mutuo entre sus pares.

Creo que todas estas conexiones quieren decir algo: ellas han (nosotras hemos) aprendido a desmontar el germen de la violencia patriarcal y lo estamos viendo, radiografiado, cartografiando, para poder mirar desde los márgenes y defendernos. Nunca como víctimas, o no sólo como víctimas.

No está todo ganado, se gana cada día en cada batalla. Siempre hay una opresión que señalar, siempre una desigualdad que trabajar. Pero todo el día me sentí como viajando en un Delorean: policía y guardia civil arrastrando a personas por los pelos y por las orejas, que querían votar, y yo mirando esto tras mi pantalla. Era muy back to the past, aunque quisiésemos ir muy rápido al futuro. Luego me sentí, horas después, directamente transportada a hace unos cuantos siglos, cuando una feminista de las respetadas y de las académicas ha argumentado: «El derecho a decidir existe para aquello sobre lo que cabe decidir. Hoy, legalmente, un territorio no puede desvincularse del Estado. Dialeg»

https://twitter.com/AmeliaValcarcel/status/914518233771839488

Es verdad. No es legal. El referéndum no es legal. Ser iguales en derechos tampoco era legal. Reclamar la soberanía sobre nuestros cuerpos tampoco lo era. Cuándo, por la diosa, cuándo se ha conseguido algún cambio social que partiera de la legalidad. Nada de lo que me gusta es legal. Todo es inmoral y engorda. En El Salvador todavía no es legal abortar. En nuestro país no era legal divorciarse hace cuarenta años. El parlamento alemán aprobó hace menos de sesenta días el matrimonio entre personas del mismo sexo. Las comunidades zapatistas y sus instituciones están lejos de ser «legales». El separatismo no es legal, pero reclamar mi soberanía, la de ellos, la de la mujer que todos hemos visto arrastrada por la policía, lo es. Es legítimo al menos. Emily Wilding Davidson fue arrastrada y pisoteada por un caballo por oponerse a lo legal y reclamar lo legítimo.

Hoy hemos visto demasiada, desmedida, represión sobre personas que querían votar sobre su futuro. No me gusta atenerme a la represión como arma de empoderamiento, siempre creo que tiene que ser al revés. No me gusta empezar por las tropelías en las fiestas sobre mujeres y chicas jóvenes para reclamar el derecho sobre nuestros cuerpos, pero a veces es lo que hay. No me gusta empezar por la represión que ha vivido hoy Catalunya (más de 800 heridos) para darle todo el fuste a su batalla. Su batalla ya era legítima porque así lo siente una enorme cantidad de personas, porque el marco del Estado ha sido desbordado por sus demandas y porque ha pretendido silenciarlas a golpes. Juana Rivas ya tenía todos nuestros apoyos y toda la legitimidad antes de que la justicia le quitara a sus hijos. Las conexiones son infinitas porque los razonamientos que unen patriarcado y Estado también lo son. Por eso no podemos creernos a la señora académica que, por muy académica que sea, se ha olvidado de todo lo importante en esta (y supongo que en otras) batalla. Que siga sentada en su silla, nos vamos a dotar de derechos y de mejores condiciones entre todos, entre todas, en la autogestión ciudadana que no sabe de legalidad.

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comentarios

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Isa dice:

Como siempre la claridad con que trata los temas Carolina te ayuda a aclarar ideas y te enriquece.
Gracias compa

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