“¿Crees que gritaré de dolor?” “Ten por seguro que sí”
Me encanta el artículo del Diagonal, Machismo gafapasta. ¿Tiene fallos? Sí ¿Es necesario? Sí. Toda vez que llevamos algo así como cuarenta y ocho horas hablando de él, creo que es evidente que el debate estaba ahí latente, aunque como dice Elena Cabrera, algunos prefieran cerrar el melón.
Carolina Velasco conversó con el texto para solicitar un punto de vista más constructivo. Lucía Lijtmaer puso toda su experiencia personal como trabajadora de la cosa cultural. Elena ha escrito el texto al que yo estaba dándole vueltas, pero mucho mejor, sobre cómo fuimos -y seguimos siendo- cómplices en que determinados discursos predominen y otros se sigan invisibilizando.
“¿No es acaso machista aceptar que el mundo ha de seguir funcionando de esta manera?”
Ayer, a raíz del texto de ampliación que había publicado Marta G. Franco -una de las autoras del reportaje- en su blog, me di cuenta de que hace seis años conversé con otro texto de ese mismo blog (entonces no conocía a Marta), para decir algo así como “hay que hacer más y quejarse menos”.
Y dije que hoy no lo firmaría ni loca, pero vayamos por partes. Hay que hacer más, punto que suscribo y en el que estamos todas. Y quejarse menos, pero señalar todo el tiempo.
Lucía Lijtmaer dice que a este entorno de la cultura (alternativa, o la que sea) no le gustan las mujeres. Quizá podríamos precisar: las que no se resignan, las que pelean. Entre las reacciones al artículo del Diagonal (10 autores, hombres y mujeres), no han faltado las voces de mujeres que participan en la cosa cultural y preguntan con sorna, ¿entonces yo soy machista?
Ser mujer y trabajar y escribir en los medios culturales (del indie u otros) sin poner en cuestión los imaginarios, argumentos, estereotipos y valores que transmite habitualmente uno de estos medios; ser mujer e intentar visibilizarte con dobles o triples esfuerzos; ser mujer y perpetuar una perspectiva androcéntrica, re-elaborando los mismos discursos que se vienen haciendo por décadas dentro del patriarcado…
Sí, nos convierte en machistas. Como cuando hace seis años escribí aquello. «Basta con hacer». He hecho mucho de todo en este tiempo y no tengo un lugar similar al de otros compañeros en lo mismo -no todos los motivos son a causa del sexismo-. Pero ahora puedo ver lo incómoda que me sentía en determinados espacios y que esa es la razón de que los fuera abandonando.
Si eres una mujer en un territorio donde no decides ni el qué ni el cómo, y no utilizas un poco el tacón -si es que usas- más que sea para hacer ruido y cambiar el foco a otra perspectiva, eres cómplice del «estado de cosas».
Algo que me incomoda del artículo, para no quedarme en alabanzas. Si se hubiese quedado en la recepción cultural de los grupos y temáticas de mujeres; y las prácticas en la industria, así como las cien mil anécdotas de las mujeres que intentan hacer música o comunicación en ese territorio, habría tenido tema de sobra. Se me antoja algo batiburrillo mezclar también ahí las letras de las canciones.
El indie está aquejado de los mismos tropos culturales que se encuentran en el cine o la ficción mainstream, el estado de cosas patriarcal y de su peor caballo de troya, el amor romántico. No todos los ejemplos que aporta el texto se atienen a esto, pero algunas de esas canciones podrían estar cantadas para un hombre o una mujer, indistintamente, y da lo mismo, el amor, los celos, el despecho, el abandono son un tema… complejo.
Mientras cada uno tomaba su papel, unos cantaban del poder y la seducción y las otras cantaban de desdicha y abandono. Con muchas, con honrosísimas excepciones. Pero ese es un tema de toda la cultura popular, que atraviesa desde el blues de los pantanos hasta las seguiriyas flamencas.
Todos lloramos en el amor, ¿quién se libra? Y nos vengaríamos de la peor de las maneras. Pero podemos poner en cuestión los roles que nos han enseñado a tomar, que es parte de lo que más me interesa en la música y en todo lo demás. Dos bellos ejemplos de otros modos de decir que me acompañan mucho en estos meses:
LOVE ME (la necesidad) by Le Parody
El desmontaje del amor romántico, eso va a costar más lagrimones que toda la “liberación feminista” previa, y no se agota en un post.
Sobre lo otro, ese rol que discutimos, ese lugar. Es jodido cuando te muestran los grilletes que siempre llevaste y no veías, total, la costumbre. No veas cómo duele cuando se rompe el relato. Nacer duele.
No quiero discutir con mis amigos periodistos culturales o músicos, ni quitarles la alfombra ni ponerme por encima. Quiero que me dejen poner mis temas en el mismo plano y que se los tomen tan en serio como yo intento tomarme los suyos (como los he tomado desde que tengo uso de razón, porque tampoco había mucho donde elegir). Quiero perspectiva de género en la comunicación cultural, sí, como moneda corriente, como quien abre el grifo y le sale: “usted está estereotipando a sus semejantes por encima de sus posibilidades”.
No pedimos más que empatía, nada más, empatía. Como estos dos que se enchufaron una máquina de electrodos para sentir contracciones de parto. Que eran mentira, pero cumplían su objetivo. Duelen.
//Hay dos aportaciones más, que yo haya podido cazar sobre el tema, una de Francisco Nixon -aludido- y otra de Alvy Singer. Si han quedado fuera es porque no sabía cómo dialogar con ellas en esta argumentación, aunque tienen aportes muy interesantes. No es sexismo.//
[…] El gran cisma cultural de nuestro tiempo: ¿por qué no leemos a las mujeres? José Rosales. No veas cómo duele cuando se rompe el relato. Carolina […]
[…] gafapasta publicado en Diagonal, Durante mucho tiempo quise ser visible de Lucia Litjmaer, No veas cómo duele cuando se rompe el relato de Carolina León o Moratones del machismo cultural de Elena […]
De acuerdo en lo de señalar, aunque a muchos les parecerá quejarse. El ser humano puede soportar cosas horribles así que también soportaremos micromachismos y a veces sin darnos cuenta, así que tan felices. Pero por favor, que no nos digan que vemos fantasmas cuando solamente decimos que hay cosas que no nos gustan. Como tú dices, un poquito de empatía.
También me gusta Lorena Álvarez, todo un descubrimiento.
Saludos!!