El DÃa de la Hispanidad lo recuerdo desde siempre con rabia y con fastidio. En la tele daban el desfile, el besamanos y la pompa anacrónica. En casa nos aburrÃamos.
Hoy he leÃdo el reportaje que publica Jessica Romero en la revista Madriz. Esa lectura me ha recordado que no hay manera de reconciliarse con los sÃmbolos patrios, abducidos por la derecha y el franquismo, ni con la «Hispanidad» si la fiesta consecuente es monopolizada por las dos instituciones más aborrecibles del paÃs.
«¿Qué es ser español, si con la emancipación de la mujer han cambiado también los modelos familiares y educativos, trastocando parte de los cimientos tradicionales del Estado en los que estaba aleccionada para criar y educar en el catolicismo y rompiendo con el nacionalismo matriarcal?»
LeÃa esta frase, dentro del reportaje, sentada en una terraza en una calle de Lavapiés. Dos chicos adolescentes, de origen centroamericano, pasaban por la calle gritando «¡la hija de puta, la hija de puta…!». La hija de puta puede que se haya portado mal, desde luego, pero muy probablemente los chicos estaban indignados ante la actitud de novia o chica de la pandilla, que preferÃa ser dueña de sà misma a obdecer mandatos dominadores.
Es en este barrio donde se experimentan hoy por hoy algunos de los conjuros sociales más avanzados del paÃs, en pensamiento y organización, asà como nuevos modelos de individualidades y colectivos; es éste el barrio de Traficantes de sueños, la Tabacalera, y ciento y una asociaciones vecinales. Es un lugar donde, a cualquier hora del dÃa, pululan muchos y muchas que ni son machos dominantes ni hembras sumisas.
A la vez, es donde la inmigración más (me) enseña su cara sexista y retrógrada. Que nadie entienda que soy anti-inmigración. En según qué casos, nos importan relaciones de dominación entre sexos que tenÃamos, o estábamos en ello, superadas.
Todo esto era para decir que lo español no existe. Y que, si existe, no está en el barrio Salamanca, su faldita por la rodilla y su misa de domingo, sino en la multiculturalidad de un lugar como este otro, donde leÃa el reportaje y algunos y algunas pelean, ensimismados, contra la estereotipación de cualquier tipo.