Mensajes en el contestador: a) Desde el ayuntamiento de Sant Quirze del Vallès, una invitación a dar una conferencia sobre Finnegans Wake, de James Joyce, una propuesta extravagante, nunca he destacado por saber algo de ese libro; b) tres agobiantes peticiones de los departamentos de prensa de tres editoriales de Barcelona para que presente tres libros de autores más o menos amigos o conocidos míos, tres libros que yo sé que son horrendos y que me hacen recordar aquello que decía Bioy Casares de que a veces hay amigos que te mandan sus libros y parece que lo hagan para que acabes perdiendo la fascinación por la literatura.
Enrique Vila-Matas, El mal de Montano
Las novelas son de largo aliento. Eso quieren los novelistas. Nadie sabe exactamente lo que significa pero todos dicen: largo aliento. Yo tengo una bebé y un niño mediano. No me dejan respirar. Todo lo que escribo es -tiene que ser- de corto aliento. Poco aire.
Valeria Luiselli, Los ingrávidos
Escribe, que nadie te retenga, que nada te detenga: ni hombre, ni imbécil máquina capitalista donde las editoriales son los astutos y serviles relevos de una economía que funciona contra nosotras y a nuestra costa; ni tú misma.
Héléne Cixous, La risa de Medusa
Que “dentro” somos libres para okuparnos, experimentarnos y resignificarnos. Que el cuarto propio de la amiga Woolf es y no es verdadero, porque si se mira de cerca roza la falacia pequeñoburguesa y resulta francamente irreproducible en según qué contextos; y que en ningún lugar somos más libres que en nuestra vida interior. La colonización sigilosa de nuestros pensamientos es, para muchos y muchas, la última libertad posible.
Autocita de aquí, Prólogo para Lola
¡Somos amapolas, muchas amapolas en el campo! Todas de tallo delgado, rojísimas, fragilísimas. Esforzándonos con ahínco por permanecer agarradas a tierra un minuto más, subsistentes por inercia y fervor. Miro a S. y a su trabajo de (auto)creación y la veo formar parte del puñado de amapolas que, siendo exactamente iguales a las demás, conseguirán pasar la noche, vivir otro día. Su esfuerzo la retroalimenta. Pero no sólo a ella: su hazaña será permitir que, en unas cuantas generaciones más, estas amapolas cabezotas consigan modificar la programación a la que está sometida la especie. En esto consiste su toma de poder: normaliza la anomalía.
Autocita, no publicado