Este texto no es mÃo. Es de Arancha León, es decir, mi hermana. Lo ha publicado en su facebook y, dado que es una red cerrada, le he pedido permiso para sacarlo de ese baúl. Es lo más acojonante que he leÃdo en las últimas cuarenta y ocho horas sobre la «celebración» del 8 de marzo. Es el texto que yo no he tenido tiempo de escribir.
TenÃa algo que me rondaba en la cabeza desde ayer, pero no me cabrÃa en unas lÃneas. Hoy ha sido el dÃa de la mujer trabajadora. El dÃa ha sido bonito. Muchos cambios y no me he movido de casa. Sólo quisiera decir algo a los hombres y a las mujeres:
No nos confiemos. No pensemos que hemos ganado mucho porque no hemos conseguido nada. Ahora mismo, somos mucho más objeto o tanto o más que antes. Y no nos damos cuenta. Sólo nos han caÃdo unas estructuras para sustituirlas por otras, las que a ellos más le interesaban.
Ahora que no tienes necesidad de ser un objeto sexual, en vez de disfrutar de tu belleza y tu cuerpo te siliconas los labios, las tetas, los mofletes, la vagina, los cachetes del culo… Mujer: eso no es respetarte a ti misma.Todas esas redondeces no son más que una caricatura depravada y amorfa de tu propia feminidad.
Ya no creemos en los prÃncipes azules ni nos convencen las ranas. Este tema es laberÃntico e imposible de resumir en dos palabras. Pero a lo mejor deberÃamos dejar de ver prÃncipes y ranas dónde sólo hay hombres. Nos quejamos de soledad pero hacemos un montón de cosas por atrincherarnos en ella. Acabamos entendiendo las seducciones como amenazas. O usamos el sexo como arma creyendo que podemos anular emociones que al final nos golpean. O que el sexo, y tu aceptación, nos va a devolver la autoestima que en otro momento nos quitaron. Aceptación que se diluye como pis por el retrete. O como mujeres nos creemos que debemos ser los seres amorosos que nos dijeron que éramos, cuando en realidad ni amamos tanto ni falta que nos hace.
Si en los sesenta Simone de Beauvoir escribió La Mujer Rota, ahora harÃa falta un libro que se llamase algo asà como La mujer desubicada. Porque en el tema relaciones-sexo-afecto, y aún siendo libres de elegir lo que queremos, que me levante una sola la mano diciéndome que sabe lo que quiere y que es feliz con ello. Yo no lo tengo tan claro…
Siempre nos han ganado por la adulación. Y nos han vendido la moto de la mujer perfecta. Y hemos caÃdo como moscas en la miel.
Nos dicen que somos las mejores y nos lo creemos. Las más listas, las más guapas, las que mejor organizamos las finanzas y los muebles de la cocina… Somos tan perfectas que tenemos el don de aunar opuestos: familia-trabajo, marido-independencia, putón-princesa… Al final acabamos estresadas y angustiadas e infelices e histéricas… un ansiolÃtico y p’alante. O una copa de ron. Después de siglos de machaque una vez que nos dicen que somos las mejores no es cuestión de ponerlo en duda.
Como somos libres estamos atadas a todo un tamizado código de comportamiento. Leemos revistas, miramos la tele: cómo hacerle flipar con el sexo, glúteos perfectos, baila salsa, mascarillas para el pelo, los labios siempre carnosos e hidratados, pestañas ultra largas, uñas siempre perfectas, look ahumado en los ojos, gimnasia facial antiarrugas, no combines tus mosqueteras con minifaldas… y si no te ha salido bien, es que nunca supiste organizarte, ¡pecadora!
y todo para… ¿qué? ¿para quién?
Todo es mentira. Como somos libres podemos organizar una orgÃa entre tú, tu prima y el frutero y colgarla en youporn. La mentira siempre le ha gustado de ser exhibicionista para ser creÃble.
Al final, la postura más feminista, la única postura feminista válida, es conocernos y reconocernos. ¿Parece sencillo? Ponte a quitarte de ti misma todas las etiquetas que te han ido colocando, a ver cuánto de ti misma queda y cuánto de ti misma reconoces.
Precisamente porque somos libres, debemos ser muy vigilantes a todo lo que escuchamos y pretenden vendernos. Sólo están aprovechando que se han caÃdo algunas estructuras para imponernos las que más les interesa. Pero si alguna mujer te dice sentirse orgullosa y satisfecha de la situación de la mujer actual, no le escuches. Te está mintiendo. No tiene ni puta idea de quién es. Está de mierda hasta las tetas.
Rediosss…por qué nadie dice nada.Aplausos con la p***a morcillona.