Carolink Fingers
26.01.2011

De obrerxs y esquiroles

por carolinkfingers

Anoche acudí a la presentación del libro de Mercedes Cebrián, La nueva taxidermia -un libro al que quiero dedicar más frases que ésta, en otro momento-. En la calle, fuera de la librería, tuvo lugar este diálogo:

Un abogado al que no conozco: «Sí, vengo del trabajo»
Carolink: «Pues qué bien. Debes de ser la única persona de esta gran reunión con un contrato laboral. El contrato laboral es una entelequia».
El abogado: «Hoy he hecho un contrato laboral a una chica» (nótese, «chica»).
Carolink: «Felicitaciones. Espero que sea un contrato de trabajo digno sin condiciones precarias».
El abogado: «…»

Sigo haciendo amigos.

Elena Cabrera escribió esta entrada hace pocos días y suscribo cada punto y coma de su artículo, aunque el verdadero problema, al que no entraba en esta ocasión, es que ella y miles más estemos detrás de nuestras pantallas caseras esperando esa respuesta, ese «sí te lo compro», ese encargo bendito con el que sumar cuarenta, dieciocho, sesenta, cien euros por texto. Hay medios más benévolos que otros (y benévolo es la traducción literal de «voluntario» en francés).

Colaboro, como sabéis, desde hace bastante más de un año en el blog Estado Crítico. Lo que publicamos -salvo excepciones- es texto creado para ese blog. Habrá quienes lo hagan por visibilidad, relevancia, qué sé yo. A mí -como es el caso del programa– me parece un espacio útil para, no siempre teniendo el medio que saque mis textos, escribir críticas honestas sin presiones ni limitación de caracteres. Sin embargo, hay quien prefiere no colaborar con el blog y regalar ese trabajo a un periódico. Un periódico que solicita críticas literarias pero no las va a pagar.

Ésta debe de ser de las pocas actividades profesionales en que la gente se regala: no veo yo que lo haga la cajera del supermercado, ni el abogado de la ONG, ni el arquitecto de la obra. Es normal que nos tomen el pelo y lo único que nos ofrezcan, cuando buscamos un contrato laboral, sean situaciones de post-becario, «contrato de autónomo dependiente» (la broma máxima: tenga horario y obligaciones de oficina, no cuente con ningún derecho de empleado) o colaboraciones desde casa (ahórrome tus seguros sociales, tu espacio físico, tu conexión adsl y tus derechos).

Todos hemos empezado en las reseñas sin firmar y sin cobrar, quizá para acariciarnos el ego publicador o para enseñárselo a la abuela o para «hacer curriculum». Normal cuando se trata de estudiantes, de gente muy joven. Aunque en el escenario digital de hoy: ¿Por qué se lo regalas a una empresa?

¿Por qué no sumas tus esfuerzos a una red de creadores? ¿Por qué no te implicas en una radio libre, en un fanzine, en un proyectos común donde no mande el dinero? ¿Por qué no expones tus contenidos en proyectos públicos, con licencia de republicación, cita y remezcla? ¿Por qué no te quedas esos textos en tu propio espacio en lugar de dárselos a un periódico que está mermando la plantilla cada semana y después publica cuentas de resultados elegantes y saneadas?

Me encantó descubrir esta entrada de una periodista vocacional, sin embargo el ánimo y pasión contagiosos de su autora me hace preguntarme en cuántas de esas redacciones ha conseguido ser medianamente bien pagada. Uno de los comentaristas decía algo así como que el periodismo se moría porque el periodista se amarraba a la hipoteca y las comodidades. ¿Tiene el periodista que vivir en condiciones precarias hasta los 67 años para hacer bien su trabajo?

Un camino alternativo nos lo propone Carlos (en clave de humor, como más me gustan las cosas), real como al vida misma.

La poquita luminosidad del panorama me la dan proyectos como Periodismo Humano. Necesitan subsistir del pago colaborativo de sus lectores, así que si te importa el periodismo bien hecho y con enfoque social, no dejes de suscribirte por-lo-que-te-dé-la-gana. El día en que estos periodistas tengan que abandonar será un día muy triste, pero no esperes a quejarte entonces.

Aquí algunos (incluída yo) regalan su trabajo. ¿Necesidad de que exista el espacio que nos publique el periodismo en que realmente creemos, aunque sea a costa de la retribución? Es periodismo serio, es comprometido, está trabajado in situ, es de autor; sin embargo la mayor parte de ese contenido que difunden no sería comprado por ninguno de los medios tradicionales. ¿Por qué? No puedo dejar de pensar en ese sample al final de una canción del último de Mala Rodríguez, donde una voz medio rota recita: porque el ser humano todavía no cotiza en bolsa.

(De regalo) Música para el proletariado 2.0

5

comentarios

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(*4*)trazos dice:

Me ha gustado mucho leerte. Yo no soy periodista sino grafista y tengo a veces la misma sensación que tú y me encuentro con problemas parecidos.Suerte.

Carolink dice:

Es cierto, es propio de profesiones "creativas", no sólo de los periodistas. Gracias por pasarte 🙂

Nuk dice:

La respuesta es que en ninguna. Por eso me pasé al otro lado. Ahora estoy buscando la manera de poder vivir de lo que me gusta. Si encuentro alguna solución, aviso 😉

Carolink dice:

Bien, bien, no dejes de contarnos la solución :)Gracias por pasarte, Nuk!

[…] curioso porque fue una entrada de este mismo blog la que, al parecer, motivó a la gente del diario (a los que conozco sólo de lejos) a pedirme este […]

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