La mayoría de las cosas que nos suceden -y menos mal- son efímeras. Incluso cuando estas cosas duran más de lo deseable -un duelo, una convalecencia-, van a tener un final. Nos parece, mientras están con nosotros, que no acabarán nunca pero, si no acabamos nosotros antes, llegará el día en que podamos mirarlas desde lejos y decirnos: «¡Qué mal lo pasé en aquella época!» (probablemente con un recuerdo bastante diluido del verdadero daño).
La ley se cumple tanto para la bueno como para lo malo.
La mayoría de las cosas que nos pueden llegar a suceder en el curso de una vida son pasajeras, he ahí un hecho. Las ciencias más o menos exactas y las humanas se han volcado, tradicionalmente, en el porcentaje de eventos que queda fuera de ese currículo: lo perdurable, las esencias, las leyes o la fatalidad. Así que el corpus descomunal de problemas que arrastra cualquier vida humana (hoy no tengo dinero para pan, mi pareja es un maltratador, mi hijo sufre una dolencia congénita) ha quedado como territorio huérfano de pensamiento y, por tanto, afín al arte.
Todo lo anterior fue escrito a vuelapluma en el recorrido del autobús 19 de vuelta a casa, después de bajar por un rato a La Casa Encendida. Sé que no es enteramente cierto: las vicisitudes del diario vivir son una de las ocupaciones de la Filosofía y sobre todo lo ha sido en el último siglo y medio, el tiempo que vivimos, en el contexto en que la Filosofía ha necesitado más que nunca reafirmarse en su autonomía; eso que llaman postmodernidad.
Me acerqué hasta La Casa Encendida porque el día estaba brillante y leí un aviso de ellos mismos, acerca del fin de una exposición (On & On). Lo que no sabía antes de llegar es que la exposición era precisamente una reflexión a cargo de una serie de autores sobre los conceptos de lo no permanente, lo fugitivo, la transformación, el devenir, el fluir y el cambio. Tampoco para el arte es nada nuevo y los propios comisarios (Flora Flairbairn y Olivier Varenne) lo cuentan en las hojas explicativas de la exposición, pero hoy me ha tocado especialmente el tema. Si esa afección de colon te va a acompañar toda la vida o si aquel abusón se ha dedicado a abrirte la correspondencia durante meses, no importa. Habrá otros momentos bellos y además debes dejar que vengan, en cualquier forma. También debes dejar que se pierdan (como lágrimas en la lluvia, and so on).
Uno de los momentos más bellos del día de hoy me ha sucedido dentro de la exposición.
Mirando en alguna de las salas, escuché cantar. Primero creí que alguno de los visitantes no se había -aún- sacado el modo karaoke de la noche anterior. O que necesitaba expresar su júbilo ante la transgresión de las formas y los conceptos. Me moví por el espacio buscando el origen de la voz, y lo encontré en la figura de una guarda de seguridad que, medio vuelta de espaldas a la pared (buscando quizá el eco perfecto de la sala, quizá el anonimato), cantaba:
This is propaganda. You know, you know.
El tono bello, la voz limpia, la melodía entre soñadora y tranquila. No podía creer que la guarda de seguridad no estaba ahí para ordenar a los padres agarrar por la mano a los niños, sino para cantar, cada pocos minutos, ese mantra cargado de sentido. Que a mí me ha transportado a ciertas evidencias y esencias, como por ejemplo que las novias que se casan son novias por un rato, después esposas, algún día viudas o malfolladas, y que nada permanece; y esa canción murió cuando salí de la habitación y pocas horas después, al cierre definitivo de la exposición.
Los que nos dedicamos a pensar en la cultura, aunque nos resistamos, nos dedicamos a una cosa tan efímera como esa breve estrofa silabeada en abstracto. Pero es bello saberlo y sobre todo es bello saber que, cuando no hay belleza, también se va a acabar, tarde o temprano.
Gracias miles, anónimo 🙂
…Es curioso, a mí me pasó algo parecido en el MOMA de Nueva York. Se oía silbar O Sole Mio con abundantes florituras y no hacía otra cosa que buscar entre los visitantes al silbador: resultó ser un guardia del museo, negro, gordo, despreocupado y melómano jijiji……Quiero conocer al empresario cínico que le ha puesto a su tienda de vestidos de novia "Efímera", apuesto a que tiene varios fracasos matrimoniales a sus espalda y que, además, es un misógino de cuidado……Beso…
Qué bonita reflexión, carajo.OST —> http://www.youtube.com/watch?v=kX2DzmmGYhg