Tanto por escribir. Tanto por anotar. Tanto por desarrollar. Varios borradores esperándome con la ceja enarcada, diciéndome con su sonrisa «¿cuándo te metes conmigo, nena?». SÃ, si estoy perra, es porque mis esfuerzos están puestos en no sucumbir. No perecer a esta situación que yo sola me he buscado. Demasiado complicado todo. Casi a punto de desestimar que ser periodista sea una forma de ganarse la vida. Quizá sea una forma de hacer la vida, pero no de ganársela.
Mientras tanto, preparo mano a mano el programa de esta noche. Elena y yo nos encontramos en el estudio de Radio Carcoma con un invitado, Robert Juan-Cantavella, que ha tomado la voz de un periodista ficticio, o de un ficcional reportajista, que se empeña en una búsqueda de El Dorado, un paseo suicida por Marina D’Or (Oropesa del Mar, Castellón) y un recorrido aún más suicidia por el V Encuentro de la Familia, en Valencia, 2006. El resultado está en su novela-aportaje (Mondadori, 2008).
El género aportaje lo acuña este escritor, o su alter ego, Trebor Escargot, y se refiere a un reportaje sin posibilidad de certeza. Periodismo impuro. Falacia periodÃstica. Presencia de la invención y ausencia de veracidad. Sospecha constante, cejas enarcadas otra vez. Vamos, que da igual que lo contado haya o no sucedido. Todo debe estar dentro del texto. Entonces es verdad.
Lo complicado del asunto -a una novela no se le pide que sea verdadera- es que este género, sin haberlo premeditado, está muy a menudo en la prensa diaria. Más de lo que creemos.
"Periodista" es una palabra que me empieza a sonar tan mal como "pederasta". Seré yo?
jajajajaja
Con el abandono del journalism estamos todos o eso parece. Lástima que se haya degenerado tanto esta profesión. Con el aportaje están los demás 😉