Acometer la semblanza de Erik Satie, figura escurridiza de múltiples caras, en una monografÃa de esta longitud, es empresa complicada. Porque sus incoherencias vienen dadas por la falta de asidero práctico que de su personalidad ofrecÃa: cualquier que sepa un poco de él, recordará que se autodefinió de las formas más variopintas posibles; que, como músico, su consideración crÃtica pasó de estar al margen de la alta cultura, asociado al mundo de la varieté, a ser considerado padre de una generación de compositores… Las contradicciones por Satie encarnadas son, en suma, la concreción anticipada de la máxima del arte de vanguardia, donde el propio artista debÃa ser arte. Asà que atrapar a Satie no es fácil. Mary E. Davis lo intenta a través de los disfraces adoptados y las múltiples versiones de sà mismo que inventó, sobre las que estructura esta monografÃa recientemente traducida. Sintética, abarcadora, precisa y al grano, y además profusamente documentada. Revistas, artÃculos, periódicos de la época, cambios sociales, amistades, escasos empleos y, sobre todo, las partituras que nos dejó, dejan a la autora con el difÃcil papel de hacernos entender a este elusivo personaje. Se guarda mucho de circunscribirse a un solo género: ni biografÃa a secas, ni musicologÃa huérfana, el estudio nos hace recorrer las distintas facetas a lo largo de su vida y obra. No se deja atrás ninguna de las pinceladas que nos sirvan para entenderlo –primer paso para amarlo, quizá odiarlo: sus orÃgenes en la NormandÃa, la educación musical recibida, la formación del joven músico para, poco a poco, ver aparecer al extravagante, al bohemio, al bufón risueño y al hombre tranquilo que caminaba diez kilómetros de ida a ParÃs y de vuelta a Arcueil anotando frases musicales en su librito. Sin perderse en meandros, sin apasionamientos, lo mejor de Erik Satie está en la coherente amalgama de estilos, donde la concisa lÃnea cronológica de creaciones y relaciones nunca es perdida de vista, mientras ilustra con análisis rigurosos acerca de los avances estéticos donde el músico dejó su verdadera impronta.
//Erik Satie. Mary E. Davis. Turner Libros. Reseña publicada en DÃa a DÃa, o www.docenotas.com//