Es un hecho: éste es el año de los melancólicos, los adictos a la tristeza, las emociones dañinas y la angustia existencial. Llegar al Vodafone Fibclub a punto de comenzar el concierto de nuestro sueco favorito y hallar la carpa llena hasta los topes lo confirma. José llegó puntual, solo, abrazado a su guitarra, y se sentó al fondo del escenario, obligando a los fotógrafos a trepar a las tarimas. Él no quiere ser capturado, presumo, prefiere lanzar su andanada de sentimientos e intensidad desde lejos, porque se te acercas puede salpicar. Tocó, único en el escenario, con esa maestrÃa que hace que suenen tres guitarras y un bajo donde sólo hay un instrumento, dedicándose a su primer álbum, «Veneer». Pasó con dulzura por «How Low» (ralentizándola), por «Down the Line» y «The Nest», temas de su último álbum, más oscuro en matices. Aplaudimos entusiasmados la llegada de «Heartbeats», cómo no. Durante un rato, se dejó acompañar por sus secuaces, solventes Yukimi Nagano y Erik Bodin en percusiones. Puso los vellos de punta con «Cycling Trivialities» -hipnótica, cargada de dobles sentidos- y se veÃa, si te fijabas bien, alguna que otra lagrimita entre los asistentes. Nos ha privado de algunos temazos y se ha despedido a la francesa, agradecido y sonriente, pero bien que ha hecho vibrar a todos nosotros, los adictos al pesar. Ay, José.
Mejor momento: «Teardrop», por esa forma que tiene González de hacer engordar la canción sólo con su guitarra.
// Publicado en Fiber Domingo 20 de julio. //