A ver, niños.
¿Por qué tengo un número considerable de entradas en este blog absurdo, de nula llegada, de menores pretensiones, que ingresaron a él a través de búsquedas tan alarmantes, tan sospechosas, como «niño desnudo»?
¿Por qué alguien necesita realizar una búsqueda en cualquiera de los oráculos que consultamos, como si en ellos fuésemos a encontrar alguna verdad no alcanzable por los divinos métodos de la reflexión y el pensamiento inmanente, con las palabras «niño desnudo»?
¿Por qué a Satie le miraron con malos ojos y le cuchichearon a sus espaldas por titular sus fantásticas piezas Gymnopédies, término inventado tomado de dos raÃces griegas, cuyo significado, para quien se atrevió a desentrañarlo, y la única manera medio coherente de traducir serÃa «niño desnudo»?
¿Por qué tengo que perder el tiempo en preguntarme estas cosas absurdas y por qué estamos tan enfermos que estoy pensando en cambiar el tÃtulo a mi relato que se llama, en honor a Satie y sus Gymnopédies, «niño desnudo»?
Pues menuda decepción se iban a llevar dichos editores…
deja de engañarnos a todos y autoengañarte; reconocelo: ese tÃtulo sólo responde a una soterrada técnica de marketing una vez analizadas las estadÃsticas de editores-pederastas;-P