Hace quince dÃas, la que curiosamente fue nuestra última cita, contuvo una de mis habituales bromas sobre el asunto:
«¡Claro que voy a escribir sobre lo nuestro, ¿qué te esperabas?»
Estabas furioso, pero terminamos la cena, civilizadamente, y también follamos, religiosamente.
No me has llamado en dos semanas. Lo dejé en tus manos, algo olÃa raro.
No pude dormir, una de estas noches, y tecleé medio en sueños un SMS: «No te preocupes. No doy nombres».
Silencio otra vez.
Me pregunto qué fue. Un sentimiento de marioneta con corazón atrapada en mis ficciones u otro de anonimato impuesto al ego. Ay, qué duda.
Yes, I go.I mean…yes, I do.
Y eso quiere decir que te gustó, Mr. Anonym…?
…o al higo.