Estos dÃas he terminado Los Soprano forever (una reseña aquÃ) y en uno de sus artÃculos puede leerse: «La vida, para quien no la tiene asegurada, es demasiado intensa y corta para atender a esta oferta por entregas. (…) no os dejéis robar una hora, en una hora puede ocurrir algo crucial» (Ignacio Castro Rey).
Es absolutamente verdad (y no). Tanto aquà como en todos los filósofos a los que a veces me atengo (sobre todo en épocas de crisis, y crisis quiere decir etimológicamente cambio, y no hablo de la economÃa, la filosofÃa deberÃa ser la receta de la Seguridad Social y menos solomillos de buey para todos, ¡atiborrarse ¿para qué?! ¡bájense de las escaleras mecánicas del hipermercado! ¡huyan a una biblioteca! ¡escuchen en la calle! ¡reflexionen! ¡escriban sus ideas!), está la certeza de que el tiempo es consumido (no sólo hoy, pero especialmente en nuestra época) como una suma de distracciones hacia la muerte, en la que por supuesto nadie piensa. Nadie tiene tiempo de pensar, ocupados como estamos consumiendo distracciones.
Yo sà pienso en la muerte. A diario y sin histeria. Para eso tengo mi calavera, comprada en Disney hace ya tiempo, en época de Halloween (nada menos). Porque sà quiero dar sentido al tiempo que consumo, aunque a veces (muchas veces) me las vea muy oscuras para entregarle sentido, simplemente porque una es mortal y poca cosa y… Pues tomo esos dos conceptos (mortal y poca cosa) y escribo (lo intento) una novela, o algo asÃ.
Yo sà creo que es necesario gastar 86 horas en ver Los Soprano, y algunas otras maravillas del poco espacio que encuentra la maravilla en la producción audiovisual. He gastado muchas horas en ver series de televisión en los últimos años. No están mal gastadas. Ahora, este año que cerramos (¡por fin!) las he usado en otras cosas. Sobre todo en leer. No es mejor ni peor, es el momento. También en estudiar, mirarme dentro, estar con gente que me quiere y a la que quiero. También en jugar con mis hijas, bañarlas, seleccionar los alimentos -sÃ, yo también compro- y prepararlos para la cena, también en cientos de miles de tareas que no anotamos, que ni siquiera llegan a tener la consideración de tareas, que se hacen, como se levanta uno y se cuela las zapatillas de estar en casa, como se lava uno los dientes, sin pensar, y sin pensar en la muerte sobre todas las cosas.
El tiempo nos come. Me gustarÃa, algún dÃa, comérmelo a él. Trabajo en ello. Con socavones inmensos en los que me hundo cada poco y, seguidamente, urgente gastar más tiempo para intentar salir de ellos. Pero consumir -música, cine, series, fotografÃa, exposiciones, encuentros y conferencias, ratos y conversaciones- es la única manera que conozco para después poder producir trabajo, amor, historias.
No se tira el tiempo (no lo tiro yo) que invierto en leer, ver, escuchar, aunque a veces quede huérfano y cojito si no dispongo de otro intervalo necesario para procesar, reflexionar lo consumido, integrarlo dentro.
Y, asà y todo, algunas cosas fueron mejor hechas que otras. Casi a punto de poder tomarme unas insólitas vacaciones (de quien no tiene mucho trabajo, pero trabajo más que cualquier condenado a trabajos forzados, Pizarnik dixit), se me antoja escupir un poco de tiempo en estas listas. MÃas, y absurdas, pero mÃas.
Diez libros que no me arrepiento de haber leÃdo en 2009
Zona, Mathias Enard (Belacqua)
El miedo, Gabriel Chevallier (Acantilado)
Matar en Barcelona, Varios (Alpha Decay)
Señales que precederán al fin del mundo, Yuri Herrera (Periférica)
Nueve lunas, Gabriela Wiener (Mondadori)
En Grand Central Station me senté y lloré, Elizabeth Smart (Periférica)
Fin, David Monteagudo (Acantilado)
El fondo del cielo, Rodrigo Fresán (Mondadori)
Papeles inesperados, Julio Cortázar (Alfaguara)
Lo que arraiga en el hueso, Robertson Davies (Libros del Asteroide)
Diez discos que no he comprado pero he escuchado hasta saciarme (gracias, Spotify)
Grizzly Bear – Veckatimest
Animal Collective – Merriweather Post Pavilion
Gossip – Music for Men
Pj Harvey & John Parish – A Woman a Man Walked By
Pram – Dark Island
Hanne Hukkelberg – Blood from a Stone
Robin Guthrie – Carousel
Throwing Muses – House Tornado (no dije que tuvieran que ser del año)
Fennesz – Black Sea
Ryiuchi Sakamoto .- out of noise
Diez maravillosas formas de ocupar el tiempo aquà donde vivo
Mi casa
La biblioteca de La Casa Encendida
La Biblioteca Nacional
El Retiro
La Plaza del 2 de Mayo
Las piscinas municipales en verano
El Palentino o cualquier tugurio grasiento, con mi ex compañera de trabajo
El barrio de Lavapiés
Deambulando por el barrio de las Letras, luego por Sol y la Plaza Mayor, luego por la Plaza de Isabel II y sus inmediaciones. Asomarme al sur desde cierta terraza.
Tu casa
Diez cosas que podÃa haberme ahorrado
Aquella tarde en que lloré sin saber por qué
Aquella noche en que me dio por llorar agarrada a la almohada y desperté con dermatitis en el párpado, que aún no he podido curarme
Aquella sensación de no merecerme nada de lo que tengo que a veces se me agarra al cuello y me impide respirar
Hacer el ridÃculo delante de mi mejor amiga (menos mal) y caerme de culo en plena calle
Escribir dos palabras que nadie quiere leer en estos dÃas
Obsesionarme con tantas cosas sin importancia
Disgustos ganados donde nadie deberÃa ganar más que algo de dinero, para continuar subido al carro
Demasiadas veces en que lloré por algo que se rompió en el pasado
Demasiadas veces en que no supe cómo administrar mi potencial y éste se me escapaba por los ojos
El constipado que arrastro desde hace una semana
Diez cosas que he hecho y muy bien hechas
Recoger mis pedacitos, pegarlos uno a uno, abonarme, crecer
Terminar mi primer libro de cuentos, aunque no se vea jamás en ningún lado
Empezar mi primera «novela»
Volver a la radio, con Elena
Dejarme arrastrar a Estado CrÃtico
Entrevistar a Ryuichi Sakamoto
Escribir docenas de cartas que algún dÃa quemaré
Dejarme llevar a tu casa
Abandonar el lugar en que me machacaban la psique a diario
Marcar el número de teléfono que me dio alguien, en algún lugar que no recuerdo
El año próximo tendrás diez multiplicadas por otras diez cosas como éstas que nos cuentas. Por lo menos yo te lo deseo asÃ.Un beso, niña.
Vale, Carrascus, pero no quiero 100 cosas de las que arrepentirme :)Besos a los dos.
pos yo quiero leer cosas suyas, carolink, esos cuentos, ese comienzo de novela…mmm…
¿Seguro, Otto? :PLe mando algo al mail, sin compromiso. De la novela nada, ni una coma. Está mu verde.
Güeno venga… lo de las cosas de las que arrepentirse lo sacamos del negociado de los buenos deseos.Besos.
Mande, mande, please. Y gacias, jo.
Oiga, que me tiene muy intrigado que en la imagen la última frase reza: "porque no hay alternativa". ¿Qué dice antes?
Sr hijotonto: qué honor me produce su intriga. El cuaderno ha sobrevivido a la ventisca asà que le copio el pasaje aquà (desde la rayita. "Quizá:poesÃa como estado idóneo para aquellas princesas destronadas. Pizarnik entra en la poesÃa casi al mismo tiempo que abandona la niñez. Se agarra a ello como a un espacio recreativo en que seguir el estadio lúdico de la infancia. La morada se estrecha cuando la Poeta madura. Al darse cuenta de que no hay niñez ni recreación posible, cuando la edad avanza y los juegos se saben absurdos desde que los empezamos, P. se quita la vida, porque no hay alternativa."
Ui, pues sÃ, que no hay alternativa. Es verdad. Pero, eso sÃ, ahora me va a tener que responder si sus letras, que a ratos las entiendo como utilitarias – no siempre, por favor, no me tome esto como una falta- tienen alguna relación con ello. Si se le antoja, claro.
Ay. Anoche no entedà su pregunta, y ahora la entiendo menos… ¿Que si estas palabras tienen que ver con el post? … No, bueno, es parte de mi cuaderno de notas para el libro. Sesenta páginas de notas versus 30 redactadas. 🙂
No, con la pregunta me referÃa a si su literatura también tiene que ver con la ausencia de alternativa(s). Siempre me ha llamado muchÃsimo la atención el proceso de escritura de una primera novela, porque convoca muchÃsimas cosas.En el caso de Pizarnik, creo que el suicidio tiene que ver con que ella dió buena cuenta de que la literatura no servÃa para nada. Y en ella, la literatura era poco más que una magnÃfica válvula de escape.Por eso también le decÃa que me contestara según viera, porque entiendo que hablar de lo que estás haciendo es complicado, quizá demasiado.
Claro. De acuerdo en todo. Quiero decir sobre el motivo final. El pasaje de ahà arriba lo dice todo: "En cuanto a escribir, sé que escribo bien, pero no sirve para que me quieran". Por eso está metida en la novela. Que no querÃa ser novela y todavÃa me azora llamarla asÃ. No tengo idea de las técnicas para sacarla adelante, tan sólo interrogarme y organizar todas las intuiciones en un corpus "teórico" que lo sustente. A mà me gustan esas novelas, como lectora. Hablamos cuando usted quiera. No hay nada que le guste más a un aspirante que hablar de sà mismo 😛
Zona: un 10Fin: un 3'5Deformación profesional, lo siento.
Zona es mi libro del año, eso aquà no lo dije, y es una pena que no haya habido más atrevidos entre los suplementistas culturales. Y por qué esa deformación profesional? Me cuenta?
Soy profe. Pongo nota a todo.
Qué bonito, mamaÃta.Dicker Kuss!