Un avispado editor de revista musical me envÃa el disco con el encargo de comentarlo: «Creo que te va a gustar». No sabÃa que estaba echando carne al lobo hambriento. ¿O sÃ? Llevo semanas sin toparme con un disco que se me prenda mÃnimamente a los oÃdos. No puedo parar de escucharla.
Como un interminable rizo, sus temas y motivos se mueven, sólo en apariencia, sin desplazarse ni un milÃmetro del primer «tarara ta tara», allá donde comenzó, y da vueltas sobre el eje de una melodÃa triste y pegadiza, como un estribillo eterno, enreda una y otra vez las notas y las palabras, y tiene ese halo de hermosa canción de desamor (como en aquel With or without you, tan kitsch) y todo sucede como si dos estuviesen jugando a rebozarse en una playa llena de conchas troceadas. Es más grande el kitsch aquÃ, precisamente por ese ritmo trotón, los sonidos housoides y las ganas que me dan de levantarme de la silla y bailar.
Que le eches a los lobos si se equivoca una sola vez más. Que encontrará una manera de hacer que te quedes. Que por favor le dejes respirar. Que te las arregles para aliviar el dolor. Nada es amable en la canción ni nada hay que no sea absolutamente deleitable. Hermosa como la mejor horterada post-postmoderna.
Can you find a way to ease this pain?
Logan Lynn – Feed Me To The Wolves
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