Estaba muy cansada. Eran las diez de la noche del sábado y llevaba un dÃa y medio metida en el CÃrculo de Bellas Artes, experimentando por dentro el lúbrico festival de la literatura puesto en marcha por La Fábrica y la Revista Eñe.
Salà a buscar un cajero y un poco de aire y un billete y un bar. Encontré a Claudia. «Vengo a la conferencia de Fadanelli», me dice. A pesar de haber leÃdo el programa siete u ocho veces, no me habÃa fijado en su nombre.
Y no sabÃa quién era. Los que sà lo sabÃan eran legión. La última conferencia del festival fue quizá una de las más concurridas. Y allà apareció una especie de hombre-montaña con gorra en la cabeza, que no dejaba ver más que una pequeña parte de su mandÃbula y boca. Con lo que tenÃa de sobra.
No me voy a detener en lo que dijo (aquà hay algunas de sus perlas), pero lo que fue pronunciando por aquella boca -y el resto de sus canales de comunicación, porque expresaba con su actitud de montaña, a través de su gin-tonic en copa balón, se posicionaba frente al mundo que se le sube a la chepa con su tono chulesco, harto de todo, batallado en todos los frentes, aguardentoso, medio asqueado…- descargó sobre la concurrencia un rÃo de odio.
Y nos reÃamos y todo. Y aplaudimos y todo. Pero yo sentà un rÃo de odio. En todas las direcciones -hacia sÃ, hacia fuera-. Demasiada potencia, demasiada necesidad expresiva, demasiada negatividad, demasiada impotencia además, y la consecuencia es una frustración gigante y un escritor gigante. Pero no le he leÃdo una sola lÃnea. En la conferencia, el mexicano Fadanelli ni se trató de justificar ni de hacer fans. No habÃa, esta vez no, una voz en el estrado tratando de convencernos de qué interesante es.
Porque se odia y se desprecia. Asà sentà esa sesión. Bofetadas de inteligencia. Erudición hastiada de sà misma (porque, se ha de concluir por su charla, ¡lo ha leÃdo todo!). Y, junto a esa cascada malsana, ahà detrás, oculto con la gorra y el gin-tonic y las palabras como cascajos, alguien que ha sabido vivir en medio de sus instintos (destructivos/autodestructivos) torciéndoles la mano.
Qué sé yo si es auténtico o no. Si esto es literatura o no lo es.
Lo que tengo claro hoy es que no se puede luchar contra, sólo se puede luchar dentro.
Pues yo te acabo de encontrar, gracias a este comentario. ¿Disfrutaste como yo esa charla? Hay que ser masoca 🙂
Estaba "Out of Order", léase, cuidando de mi padre en el hospital. Prácticamente, acabo de aterrizar y retomar mi magazine blogosférico… Ahora estoy enganchada a Eloy Fernández Porta. Leà "Homo Sampler" y estoy con "Afterpop". AsÃ, caminando como los cangrejos. Los dÃas de hospital dan para mucha lectura y en un alarde de ingenuidad me compré "La broma infinita" de Foster Wallace. Imagina…
Hola Carolina, te he encontrado por casualidad, gracias al blog de Eñe. Me gusta mucho tu frase final: "Lo que tengo claro hoy es que no se puede luchar contra, sólo se puede luchar dentro".