Cada vez con más frecuencia hablamos de comunidad. Hablamos de lazos que se tejen, del munus que nos obliga al intercambio. Que sirve de pegamento invisible, de pasta que nos ata al resto y nos conecta. La vida en común en el centro. Los cuidados que son necesarios para mantenerla. Hablamos de lo productivo contra lo reproductivo o como dicen Marta Malo, Carolina León y Eva Fernández, de la vanguardia y la retaguardia. Hablamos de dos espacios separados que luego están juntos, donde conviven los que cuidan y los que simplemente se dejan llevar. SÃ, pero hay algunos más. ¿Qué pasa con los que ni cuidan ni se dejan llevar por las dinámicas de la comunidad? ¿Acaso no existe la fuerza de reacción que se opone al cuidado? ¿No existe una figura que descuida? ¿No podrÃamos hablar de los descuidadores?
Por un lado encontramos a las cuidadoras (las habitantes de la retaguardia, las responsables de lo reproductivo). Las cuidadoras se encargan de crear y reforzar la red, de hacerlas lo más resistentes posibles. Son capaces de reconstruirlas con mimo, con cariño y también, aunque suene ajeno, con enfado. La comunidad no podrÃa existir sin ellas. Los descuidadores (los pobladores de la vanguardia, los que desatienden lo afectivo) debilitan la red. Son capaces de cortar lazos. Saben a qué punto deben atacar. Olvidan lo común, el munus que les compromete. No son inmunes, no están alejados de la red y de sus beneficios. La conocen tan bien que saben cómo romperla y dejarla hecha añicos.
Realmente, los descuidadores juegan con el dolor. Ese dolor que te atraviesa porque llega a lo más profundo. Ese dolor que duele de verdad. Y desde el dolor y por qué no, desde el enfado que produce se activan dinámicas que van en contra de la comunidad, de las relaciones que existen en ella. Se activan individualidades que prefieren vidas a solas, con el contacto justo y necesario con el resto. Se activa el Don Veneno, el don que rompe la vida.
Como decÃa Marina Garcés en la Residencia Copylove del 15 Festival ZEMOS98 hay que poner el compromiso como punto de partida, no como exigencia a la que llegar. Hay que corresponder al munus de la comunidad. Hay que vacunar a los descuidadores, llevarlos al cuidado, a la atención, a la AlegrÃa. Hacerles dar un paso atrás y mirar la vida que está teniendo lugar, que ocurre, aunque ellos no la favorezcan. Lo que pasa no despasa y aunque duela, aunque joda, hay una red que crear y alimentar. Y otras muchas que recomponer y reactivar. Sigamos tejiendo. Sigamos cuidando.
[…] que luchar siempre, aunque algunas veces necesiten ayudantes para ganar a los malos. No todos los ayudantes que deberÃan haber estado allà lo hicieron. A lo mejor tampoco tenÃa sentido. No lo sé. Ahora […]
hola! :*