QUILLA, lo que navega palsanz
04.04.2011

Educar en la reflexión

por palsanz

Quería compartir con vosotros un fragmento de un libro que actualmente estoy leyendo (con esfuerzo y muy lentamente) del doctor Wayne W. Dyer y mis reflexiones al respecto. El libro en cuestión se llama «Tus zonas erróneas» y tiene un subtítulo muy suculento que no voy a transcribir pero que no deja duda alguna de que se trata de un libro de autoayuda. Supongo que no tiene sentido justificar aquí porqué lo estoy leyendo, pero permitidme que os lo recomiende de todas formas.

Cito algunas ideas del fragmento: «Mensajes escolares de búsqueda-de-aprobación»:

(Nota: Opino que el libro está muy mal traducido.)

Pide permiso para todo. No te bases nunca en tu propio juicio. Pídele permiso a la maestra para ir al lavabo. Siéntate en la silla señalada. No te levantes si no quieres incurrir en una sanción. Todo estaba orientado hacia un control ejercido por los demás. En vez de enseñarte a pensar, te estaban enseñando a no pensar por ti mismo. (…). Estudia los capítulos uno y dos esta tarde. Estudia la ortografía de estas palabras. Dibuja así. Lee esto. Te enseñaron a ser obediente. Y en caso de duda, consultar con la maestra. (…) Tu libreta de calificaciones era un mensaje para tus padres, para comunicarles el grado de aprobación que habías alcanzado.

Los alumnos independientes, seguros de sí mismos, llenos de amor a sí mismos, poco susceptibles a la culpa o la preocupación, son sistemáticamente considerados como problemas y como alborotadores.

Los colegios no son eficaces para tratar con niños que dan muestras de un pensamiento independiente.

En el aula aprenderá a no dudar de lo que le enseñan. Aprenderá a escribir una tesis correctamente y a interpretar Hamlet.  Aprenderá a escribir disertaciones basadas no en su propio juicio y sus propias opiniones, sino en citas y referencias que apoyarán todo lo que él diga (…). Y al tiempo de graduarse se dará cuenta de que le cuesta tomar por sí mismo cualquier decisión ya que durante doce años le han enseñado cómo pensar y lo que debe pensar.

Así es que suspira por la aprobación de los demás y aprende que el logro de esta aprobación es equivalente al triunfo y la felicidad.

Creo que Dyer tiene mucha razón en algunos aspectos, pero quería matizar muchos otros. Pienso que es un error darle a los demás ese poder de depender de sus aprobaciones para ser felices. También suscribo la idea de lo poco que aprendemos en clase y de que no nos enseñan a pensar por nosotros mismos.

Concretamente, este fragmento pertenece  a un capítulo mucho más extenso llamado «tú no necesitas la aprobación de los demás» que para nada trata de criticar la escuela, más bien, parece que, entre otras cosas,  toma varios ejemplos de instituciones y situaciones que nos han llevado a demandar esa aprobación para afirmar la idea. Y de hecho, lo consigue.

Pero a lo que voy, es a lo siguiente. No voy a reflexionar sobre cómo deberíamos gestionar nuestras zonas erróneas, al menos no hasta que acabe el libro, y ya quisiera yo para entonces, dar consejo alguno. Quiero recuperar eso que he leído para aplicarlo al mundo educativo.

Lo que sugiero es asumir lo que hay. Es decir, pienso que es inevitable necesitar el reconocimiento de los demás, pienso cada vez más, que nadie es independiente y que necesitamos al otro. (Entiéndanme, hablo de una dependencia sana). Creo que estamos de acuerdo en que nuestra dependencia del entorno sociocultural es total e incluso tanto, que llega  determinar nuestra formación biológica: nacemos sin saber andar, comer o incluso respirar (que para eso nos dan una torta al nacer). Es por eso que nacemos empáticos con el objetivo de terminar de formarnos, de hacernos. Nos necesitamos. Estamos en la huella de todo, porque la sociedad participa de cada individuo.

Entonces pienso que en ese sentido,  la escuela debería cambiar ese mecanismo que tiene tan horrible de hacernos sentir que aprendemos, acumulando credenciales. Porque esa persecución por alcanzar esas credenciales, hace que seamos competitivos, que seamos uno en oposición al otro. Que estemos luchando. Y si necesitamos al otro, ¿no estamos proyectando así bioritmos perjudiciales?. Creo que así nos alejamos de lo que verdaderamente deberíamos de aprender.  Y no sé quién ha inventado esto pero  le ha salido redondo porque no podemos no admitir que el valor de estas credenciales «depende esencialmente del cierre social que aseguran», dependen del valor que nosotros mismos les damos.

Supongo que no toda la culpa la tiene esta sociedad credencialista que hemos creado y que nos hemos creído. Supongo que hay más lugares en los que mirar para buscar culpables. Pero lo que tengo claro es que no quiero contribuir a reproducir aspectos que no me gustan de este sistema. No sé cómo lo haré ni tan siquiera si seguiré adelante con este camino. Supongo también que habrá algunas salidas, o al menos autores que hablan de una llamada «pedagogía sistémica» que a mí me convence.

También presupongo, que esta es una reflexión que va más allá de lo educativo (aunque no era mi intención). Y que quizá el problema esté en no saber cómo hay que conjugar los espacios individuales y sociales. En no saber cómo ser empáticos y a la vez buscar nuestra propia felicidad. En no saber cómo ser felices sin los otros pero también, con los otros. En ser egoístas y hacer lo que nos de la gana sin molestar a los demás.

Y por último, creo que la estamos cagando en algo, y que además la escuela contribuye a ello. Una reflexión finalmente pobre, pero que queréis que os diga, estoy leyendo libros de autoayuda.

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comentarios

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Paloma Marcos dice:

Sin duda la escuela, tal y como está planteada, no es el mejor sistema para lograr individuos independientes y con capacidad de crítica. La escuela adiestra a los sujetos para que incorporen e interioricen estilos de vida, ideas o presupuestos que garanticen, de un modo u otro, la producción de un determinado orden y no de otro. Como diría Foucault la escuela es una de las herramientas que el biopoder utiliza para disciplinar al individuo. Por ese motivo “los alumnos independientes, seguros de sí mismos, llenos de amor a sí mismos, poco susceptibles a la culpa o la preocupación, son sistemáticamente considerados como problemas y como alborotadores”.
Este tipo de alumno no tiene cabida en una escuela que no está diseñada para fomentar la crítica y espíritu reflexivo.
Por otra parte estoy muy de acuerdo (como dices hija) en que hay que asumir lo que hay. Sólo desde la aceptación de la realidad se puede avanzar. No es cuestión de deconstruir, como hacen los posmodernistas, ya que la deconstrucción lleva implícita, a mi modo de ver, la destrucción. Sería mucho más razonable construir en base a lo que hay.
Personalmente apuesto por el constructivismo y el aprendizaje significativo.

HugoLobato dice:

Estoy con el autor, contigo y con tu madre (auch! maldita educación, ya estoy otra vez buscando la aprobación de todos), fuera de coñas, esto es algo que yo mismo había pensado, parece que la educación a esas edades consiste en rellenar la cabeza, y obedecer, echo de menos algo de creatividad, pero creatividad de la buena, experimentar, si te vas a dedicar a educar, puedes introducir elementos creativos en tus clases. Mira este video, esta entretenido, sobre la educación http://www.youtube.com/watch?v=zDZFcDGpL4U

palsanz dice:

Hugo qué sorpresa y qué agardable además 🙂
El vídeo está genial, alguien lo compartió conmigo no hace mucho y de hecho muchas cosas que salen en este post vienen de algunas reflexiones sobre él. Y bueno, ya veremos que ocurre finalmente con «a qué me voy dedicar» porque sinceramente, a veces me rindo ante esta situación que no me gusta nada. De todas formas, aunque en el cole no fueran muy creativos contigo, tú no has despuntado nada mal 😉

palsanz dice:

Me hace mucha ilusión que me comentes y lamento no haberte informado antes de la existencia de este blog.
Por otro lado, sigo en esa línea de asumir lo que hay y seguir adelante para avanzar, pero supongo que habría un largo debate en la deconstrucción y lo que ésta conlleva de un modo implícito como dices. Supongo que no tiene porque llevarnos a la destrucción aunque entiendo en qué sentido lo dices.

Ah! Y estoy esperando tu blog 🙂

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